En mis tiempos de juventud se decía que discutir de fútbol, política o religión te haría terminar muy enfadado. Ahora lo que me enoja es el relativismo de la moral y la forma que tienen algunos de enfocar la religión católica, pues es precisamente en los medios de comunicación donde más encuentro un sectarismo irreverente, especialmente en tres cadenas de televisión, La Sexta, Cuatro y Telecinco, y eso que en las dos últimas sus propietarios proceden de Italia, país eminentemente católico. Qué se le va a hacer, es como una moda. Menos mal que tenemos un Papa que está demostrando un gran oficio que llega a todo el orbe.

Un día sí y otro también los creyentes católicos recibimos ataques, maltrato, ultraje y aniquilación que son tremendamente dolorosos, mientras la vieja Europa los silencia o pasa sobre ellos de puntillas sin ningún pudor. Se están permitiendo las agresiones de la religión musulmana, incluso hay ocasiones en las que se ensalzan, y esto me duele en el alma, porque ser creyente es ser defensor de Cristo y tenemos la obligación de enfrentarnos y oponernos.

En 2011, en Italia, durante la apertura del 129 Periodo Ordinario de Sesiones, que se inicia rezando una oración, fue invitado el sacerdote Luis Farinello. Con nobleza, lealtad, sapiencia y valentía rezó la siguiente plegaria: "Señor, venimos delante de ti este día para pedirte perdón y para pedir tu dirección. Sabemos que tu palabra dice: maldición a aquellos que llaman bien lo que está mal, y es exactamente lo que hemos hecho. Hemos perdido el equilibrio espiritual y hemos cambiado nuestros valores. Hemos explotado al pobre y hemos llamado a eso distribución de la riqueza. Hemos recompensado la pereza y la hemos llamado planes sociales. Hemos matado a nuestros hijos no nacidos y lo hemos llamado libre elección. Hemos dejado que maten y roben y lo hemos llamado derechos humanos. Hemos sido negligentes al disciplinar a nuestros hijos y lo hemos llamado desarrollar su autoestima. Hemos sido corruptos y hemos abusado del poder y lo llamamos política. Hemos codiciado los bienes de nuestro vecino y a eso le hemos llamado tener ambición. Hemos contaminado las ondas de radio y televisión con mucha grosería y pornografía y lo hemos llamado libertad de expresión. Hemos ridiculizado los valores establecidos desde hace mucho tiempo por nuestros ancestros y a esto lo hemos llamado obsoleto y pasado. ¡Oh Dios!, mira en lo profundo de nuestros corazones y líbranos de nuestros pecados".

La reacción a estas palabras fue inmediata: un senador abandonó la sala, tres más la criticaron por ser un mensaje de intolerancia; durante las siguientes semanas la parroquia del padre Farinello recibió más de cinco mil llamadas, de las cuales solo siete fueron desfavorables. Desde entonces la Iglesia recibe peticiones del mundo entero, y su rezo se ha divulgado a través de los medios. Y tiene mucha razón este clérigo. El fondo de su mensaje es claro, conciso y con mucho sentido común, por lo que debe seguir difundiéndose por todo el mundo.

Si no tenemos el valor de mantenernos firmes en nuestras convicciones, caeremos delante de cualquier otro argumento o enemigo. Por eso es un tema espinoso. La Iglesia tiene contrarios y enemigos fuertes, pero el mayor contrario es la inoperancia, la desidia de su clase dirigente en la política y de una Europa acomodaticia, blanda y cuyos escrúpulos parten de una acumulación de riqueza. Es lamentable el abandono y la escasa disciplina de los grandes valores del cristianismo y urge darle la vuelta a esta tortilla quemada y sin gusto.

Nuestros hijos solo piensan en vivir, divertirse y pasarlo bien. Se reúnen en defensa del oso de los montes de Cantabria, del petróleo y a veces hasta de tonterías, pero se han hecho insensibles al terrible dilema del asesinato diario de más de trescientas criaturas condenadas a no nacer, o a la exterminación que están sufriendo los niños nacidos en los países del tercer mundo. Ese es el relativismo que tanto reprende el Papa.

Se acaban las líneas y no quiero terminar sin mencionar pérdida de un buen amigo, José Manuel Encinoso Mena, que fue colaborador de este periódico, escritor, amante de la música, perenne e incipiente barítono, serio, honesto y gran profesional. Descansa en paz, compañero.

aguayotenerife@gmail.com