1.- Ahora uno, cuando va a un guachinche a cargarse, ya no tiene la sensación de que está en El Ravelo, un suponer, sino en Campo de Criptana, visitando la casa natal de . Pero lo más curioso es ver al personal echándose la culpa uno a otro, en las bodegas insulares. Y Carlos Alonso, el pobre, que ha cogido la cama por temor a que el lance le cueste el Cabildo. Y es que el vino es algo muy serio porque otra cosa no tendremos, pero los perravinícolas (o sea, los que se echan todos los días la perra de vino) son legión en esta tierra ardiente y del tambil. Han importado vino de Ciudad Real para mezclarlo con el de aquí y no sé cuál de los dos saldrá perdiendo porque a mí el único tinto canario que me gusta de verdad es uno que se llama "Can" y que me dio a probar mi amigo Juan Francisco Siverio, sin prodigarse demasiado -debe ser que tenía pocas botellas- y me encantó. En fin, que han revolucionado el pequeño mundo del vino y el mago anda eructando azufre de La Mancha, en vez del azufre suyo, familiar y entrañable. Y al mago, que no ha leído el Quijote, ni sabe lo que es, se le ha puesto cara de Sancho Panza.

2.- Ahora todo el mundo habla del vino con gran suficiencia. Y el común entiende de caldos, de mezclas, de liftanes y de esos términos que usan los expertos para demostrar lo que saben. Resulta que creíamos que con las denominaciones de origen se acabaría el fraude; y la regulación lo que ha hecho es crear un fraude oficial y cabildicio que no se lo salta un canguro. Ahora los guachinches serán visitados con desconfianza y los que creían estar dotados de paladar para capiscar lo chimbo se quedan muertos de risa. Porque aquí el pirriaco se reservaba para el guiri confiado que visitaba las medianías y el mago apartaba el caldo bueno para él y su cuñado. El guirufo bajaba al hotel tarumba y el mago y el cuñaba se quedaban, también tarumbas pero con menos dolor de cabeza, allá arriba.

3.- Aunque es casi imposible que al mago le duela la cabeza, porque en el vacío no hay dolor ni sufrimiento. Esto del vino se les ha ido de las manos y habrá un antes y un después de la denuncia anónima que trancó al funcionario importador de caldos de La Mancha para una bodega insular. Yo tengo para mí que nos estaban metiendo gato por liebre desde hacía mucho tiempo, pero, claro, tampoco lo podría decir con rotundidad. Y los perravinícolas visitando molinos de viento, en vez de guachinches.

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