¿Recuerdan ustedes aquellos tiempos en los que la Unión Europea, junto con el FMI, tuvieron que rescatar a Irlanda junto con Grecia y Portugal? A estos dos últimos países les sigue yendo más o menos igual. Irlanda, en cambio, está dejando atrás sus penurias a una velocidad de vértigo. Su economía ha crecido en el segundo trimestre de 2014 a un ritmo equivalente al 7,7% anual (el correspondiente al primer trimestre se situó en el 2,8%). Estima el Gobierno irlandés que a finales de este año el PIB se habrá incrementado en un 4,5%; una cifra muy alejada del escuálido 0,18% conseguido en 2013. Datos esperanzadores que han permitido a las autoridades de este país solicitar al FMI devolver anticipadamente los 16.000 millones de euros concedidos por este organismo para el rescate. La idea es ahorrar unos 400 millones de euros anuales en intereses.

¿La clave del milagro irlandés? Muy sencilla: un esfuerzo decidido y continuo para reducir los abultados costes del sector público, así como una disminución del 2% anual de los salarios en el sector privado durante los últimos cuatro años. También es cierto que los irlandeses han tenido a su favor la relativamente buena situación económica de Estados Unidos y Gran Bretaña, que son sus principales socios comerciales. Conviene recordar, no obstante, que la suerte suele visitar a quienes no cuentan con ella.

Tercer párrafo y tercera pregunta. ¿Es tan difícil copiar lo que hacen los demás en vez de persistir en los errores propios? Eso por una parte. Por otra cabe pensar que quizá a España le habría convenido más ser rescatada. A veces es mejor hacer tabla rasa y empezar de nuevo. Es lo que le pasa a quien tiene goteras en el tejado. Cuando no llueve no las arregla porque no se moja y no se acuerda de la avería. Cuando llueve, pone un par de cubos y se hace el firme propósito de taparlas apenas escampe. Pero cuando pasa la tormenta, deja de mojarse y se olvida del problema hasta que vuelve a llover. Vuelta a empezar. Un día se le cae el tejado, debe reconstruirlo por completo y se acabaron las goteras.

Aquí seguimos sin suprimir ni un solo ayuntamiento de los más de 8.000 que tenemos, 7.000 de ellos perfectamente prescindibles, amén de diecisiete comunidades autónomas, algunas jugando a convertirse en estados de opereta. Por eso no nos hacen caso en Europa. Por eso el Gobierno de Canarias está encontrando serias dificultades para sacar adelante la reforma del REF no en Madrid, sino en Bruselas. Los funcionarios de la UE no están por la labor y el Gobierno español carece de influencias para echar una mano. ¿Quién puede hacerle caso a un país que sigue con una descomunal cifra de desempleo? Pero no cambiamos. Trampeamos como podemos -como pone cubos el de las goteras- a la espera de tiempos mejores, porque es más fácil soñar con que nos toque la muñeca en la tómbola y nos acaricie un milagro parecido al irlandés.

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