Historias repetidas... Ya se produjo con el 15-M: un movimiento ilusionante de ciudadanos indignados, que apoyaron su esperanza de futuro y de regeneración política en el sublime ideario de Stephan Hessel, con el noble pragmatismo de José Luis Sampedro. Todo se fue al garete, apenas amanecido, por mor de las presiones del poder instituido, ausencia de liderazgo e irrupción de imágenes peyorativas, bien divulgadas para denigrar sentimientos de dignidad de una gran mayoría de ciudadanos con espíritu de reconstrucción moral para una clase política, corrompida por el poder financiero e inmisericorde con una población, maltratada con salvajes recortes para rescatar cajas y bancos estafadores de jubilados indefensos.

El poder pudo y supo contrarrestar, de momento, la que se le venía encima. Pero debió quedar un germen yaciente en la conciencia colectiva, que de nuevo reactivó ilusiones y esperanzas de futuro. Pero no tenemos arreglo.

Se corrigió uno de los defectos de entonces tras la irrupción de un líder con posibilidades de éxito, por su carisma, su discutible discurso y, sobre todo, con capacidad de encarar la prepotencia institucional y el buen manejo mediático.

¿Qué falla ahora?... pues lo de siempre. O, mejor dicho, los de siempre.

Como estrategia electoral, aquí no interesan la municipales, pero no se debe aflojar la campaña con miras en las autonómicas y generales. A tal efecto se crea una franquicia local para tomar carrerilla. Como problema mal resuelto, la elección de un encabezamiento low cost que ha hecho recular a los más predispuestos, que suelen coincidir con la gente mejor preparada.

Si se designa a quien ha camuflado sus ansias de poder, no solo de palabra, sino con un supuesto y ostentoso activismo social, plagado de despropósitos, falacias, manipulaciones y resentimientos individuales, como plataforma para saltar al estrellato de la agitación política, no parece una tarjeta de visita demasiado válida ni fiable en quien aspira a regenerar principios morales.

En vísperas de la presentación del nuevo sucedáneo de partido político, apareció un escenario traumático donde poder significarse en nombre de la sensibilidad humanitaria. No podía desaprovecharse la ocasión de fotografiarse con dos ancianos "cruelmente" desalojados de su vivienda, por orden de un juez "desaprensivo" al que se insulta y amenaza; se demoniza al vecino que ha obtenido la razón de la Justicia; se solivianta a la ciudadanía; se moviliza a las instituciones públicas; se provoca a las fuerzas del orden y se contamina a los medios de comunicación con testimonios falaces, pruebas falsas e instigando a la rebeldía contra una decisión del Supremo, tras el paso, durante diez años, por 12 magistrados y sucesivos peritos judiciales. Todo sentencias a favor del vecino "malo". El intento de subversión está servido como fondo de pantalla apoteósico para la ceremonia de presentación del partido.

Con la perversidad añadida de unos sentimientos humanitarios que deben serlo de amplio espectro, pues si se polariza la atención solo en uno de los contendientes, y en el polo negativo se acosa, vilipendia y maltrata al otro vecino, cuyo único pecado es tener la razón de la Justicia, hay que poner en duda la calidad del discurso por motivo de una injustificable doble polaridad.

Lamentablemente, la vulnerabilidad de la opinión pública, tan propensa a la buena fe, ha sido contaminada por informaciones de algunos medios que han confundido su deontología o han sido engañados por la operación electoralista. De cualquier modo, el daño causado es ya irreparable. Y "no me gusta el caminar de la perrita" por el desamparo, frustración y vergüenza ajena sentida por quienes todavía manteníamos la ilusión de una regeneración política en manos de persona digna, honesta, desinteresada, con calidad humana suficiente para avalar un mínimo de valores morales que, está claro, aquí no existen.

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