Me decía mi santa madre cuando me veía impertinente y que lloraba porque quería lo mío y lo de mis hermanos que era un "chocohuevo", en el sentido de que me tenía que acostumbrar a tener o choco o huevo pero no las dos cosas. Este hecho me recuerda lo que sucede hoy día en nuestro país donde los políticos nos preguntan que qué queremos si lo uno o lo otro guardándose para ellos precisamente eso: el "chocohuevo"

Esta crisis nos ha hecho despertar a una realidad a la que permanecíamos ajenos o en todo caso distante mientras no se metían demasiado con nosotros y no nos tocaban en exceso el bolsillo; ahora, que de pronto ha estallado todo: la economía principalmente pero también la vergüenza, la moral, la ética, la política, la justicia y sobre todo el estado del bienestar, comenzamos a hacernos preguntas y, sobre todo, no entendemos por qué los políticos pretenden arreglar todo este desaguisado echando mano a las gargantas de los ciudadanos mientras ellos siguen respirando divinamente.

Ahora, nos hemos dado cuenta de que esto del Estado de las Autonomías era un cuento chino que ha durado mientras ojeábamos sus páginas sin darle demasiada importancia hasta que, como en los libros de suspense, hemos llegado de pronto al final y nos ha sido revelado que el monstruo político-administrativo que gestamos entre todos, en principio para contentar a unos nacionalistas díscolos, otorgándoles privilegios y prerrogativas de toda índole y linaje y, extendiendo posteriormente dichas dádivas a las demás provincias reconvertidas en Comunidades Autónomas - lo que se conoce como el café para todos-, ha supuesto una tremenda ruina económica pero también política e incluso moral y social aderezada de traiciones y corruptelas.

De hecho, los sucesivos gobiernos centrales han sido incapaces de reconocer que, en la práctica, España se ha convertido en un Estado Federal, donde algunas comunidades autónomas poseen más poder e independencia - tales como el País Vasco y Cataluña-, que muchos estados federales de naciones configuradas políticamente como tales. Por lo que no se explica muy bien a qué viene esa pretensión del PSOE de modificar la Constitución en algo que en la práctica ya es una realidad. Como tampoco se entiende mucho que el nuevo líder socialista, ese que se preocupa tanto por los derechos de los animales - ha prometido públicamente que no asistirá a una corrida de toros-, y se preocupe tan poco por los derechos de los niños que se encuentran en el seno de sus madres. Cosas del rojerío seudoprogresista.

El mayor error que se ha cometido en España es haber transferido, por parte del Estado, las tres piezas claves que configuran la igualdad y la estabilidad en toda sociedad democrática que se precie: la justicia, la enseñanza y la sanidad. De hecho, ahora el ciudadano se encuentra perdido y desamparado porque depende del lugar donde vivas o donde te halles en un momento dado podrás ser condenado o no, podrás estudiar en español o no, y te podrás morir en la lista de espera sí o sí; y eso pagando impuestos hasta por respirar para que los que lo administran lo dilapiden en gastos superfluos o, peor aún, se lo lleven crudo.

No es de extrañar, pues, que tras estos hechos surjan movimientos sociales que sean partidarios de la desobediencia civil al ver ilegitimidades en muchas de las leyes que hoy día nos están aplicando, sobre todo porque muchas de ellas son totalmente injustas y desproporcionadas en tiempo y en forma. Pero vivimos en un Estado de Derecho y la Ley debería ser la máxima expresión jurídica por la que se deberían regir todos los ciudadanos, incluidos los políticos y las instituciones.

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