Esta semana hemos leído en este mismo periódico una información que, como ciudadano pero también como cirujano docente, nos produce cierta impotencia y nos desmoraliza. Nos referimos al informe de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) que coloca los servicios sanitarios de las Islas a la cola del país.

Ante todo, queremos resaltar que para elaborar esta clasificación la FADSP toma en cuenta varias cuestiones que pasan por los recursos materiales y económicos, las listas de espera, los conciertos con clínicas privadas, la política farmacéutica, y la opinión de los usuarios.

Respetando esta metodología y la valoración de los pacientes, como no podría ser de otra manera, sí queremos resaltar que no se debe confundir ni mezclar la gestión sanitaria con el servicio que ofrecen los magníficos profesionales con los que contamos en Canarias, porque con este tipo de análisis se envía a la sociedad un mensaje de desconfianza hacia la sanidad que aquí se ofrece.

Este hecho es algo que nos parece injusto para todos los trabajadores que se dejan la piel para que la asistencia pública sanitaria tenga una calidad reconocida a nivel nacional. No en vano, y por poner un ejemplo, el Hospital Universitario de Canarias (HUC) es el cuarto mejor hospital del país según la decimocuarta edición de los premios Hospitales Top 20, y varios servicios de Cirugía se encuentran también dentro de los 20 mejores del país.

Asimismo, hemos conseguido ser un centro de referencia nacional en varias disciplinas, entre ellas, el trasplante pancreático renal. Esto significa un reconocimiento a una labor muy importante que está haciendo la Sanidad pública canaria en pos de los enfermos. Y gracias, como no, a una comunidad absolutamente generosa, con muchísimos donantes, y a unos profesionales de primera categoría.

También somos pioneros en telemedicina pues en 2005, el HUC tuvo el honor de contar con el primer quirófano inteligente público instalado en España. Y años después pusimos en marcha un Aula de Formación pionera en la sanidad pública española: el Centro de Entrenamiento, Formación de Robótica y Telecirugía Macaronésico, financiado por fondos europeos, al igual que otros proyectos como INTELHOMA Y CIRUMAC, que han posicionado al Hospital Universitario de Canarias como un completo telemático único.

Estos son algunos ejemplos de calidad sanitaria, pero hay muchísimos más en nuestros hospitales públicos españoles. No queremos que suene a un ejercicio de autocomplacencia, pero este tipo de reconocimiento no son resultado de la casualidad, sino del trabajo de los empleados tanto de éste como de otros centros hospitalarios, que en momentos de ajustes están haciendo un esfuerzo especial por seguir ofreciendo a la sociedad un servicio de calidad.

De hecho, estamos seguros de que todos los hospitales canarios de tercer nivel aspiran a dar un mejor tratamiento a los enfermos, con calidad, rigurosidad y nuevas tecnologías. Con esto queremos decir que no estamos en contra de que se critiquen las cosas que se hacen mal, que seguro que las hay y se pueden mejorar, pero también hay que poner al lado lo bueno para saber el esfuerzo sanitario que se está haciendo.

Por tanto, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que en nuestro sistema público de salud trabajan los mejores profesionales (enfermeros, auxiliares, administrativos...) con ratios de calidad a la altura de cualquier país europeo y puntero en materia de investigación, con independencia de quién lo gestione en cada momento determinado.

Si de algo me siento profundamente orgulloso es de formar parte de una institución que pertenece a todos los canarios, como lo es el antiguo Hospital Clínico de Tenerife, hoy Hospital Universitario de Canarias. Durante estos más de cuarenta años, los profesionales que han pasado por él y los que a día de hoy ejercen su labor son los que han conseguido que el HUC ocupe un lugar privilegiado y reconocido.

A todos ellos gracias por poner su esfuerzo y formación al servicio del ciudadano y por realizar un trabajo enfocado siempre a mejorar y ampliar los intereses de los pacientes.

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