Publicábamos ayer en nuestra primera página que al Gobierno de Canarias le han entrado las prisas, ahora que finaliza la legislatura, para aprobar leyes. En este paquete legislativo de urgencia están incluidas las normas que regularán las competencias de los cabildos y los ayuntamientos. El Ejecutivo regional quiere sacarlas adelante en este curso político, eso sí, sin la ficha financiera que las sustente. Algo completamente inútil. ¿A cuenta de qué tanto apremio ahora? ¿Solo por aparentar actividad y diligencia durante unos pocos meses cuando este Gobierno ha estado tres años sin hacer nada o casi nada para mejorar las malísimas condiciones de vida que padecen miles y miles de canarios?

En cualquier caso nos llama la atención ese propósito, anunciado por Francisco Hernández Spínola en su calidad de consejero regional de Presidencia, de crear un ente para descentralizar el Ayuntamiento de Teguise a fin de que la isla de La Graciosa pueda llevar su propia gestión. Estupendo. Más Administración cuando se pide a gritos desde muchísimas instancias precisamente lo contrario. Algo, lo repetimos un día más, que están haciendo desde hace tiempo los franceses, los italianos y los alemanes. Además cuando esa "propia gestión de La Graciosa" esconde ir satisfaciendo poco a poco, pero también sin un paso atrás, la aspiración canariona de que la provincia oriental cuente también con cuatro islas, aunque la cuarta sea una islita. ¿Para cuándo un cabildo también en esa octava isla, y no nos estamos refiriendo a Venezuela?

Podemos continuar a partir de este punto por la lucha interna desatada en el seno de Coalición Canaria de cara a designar el candidato a la Presidencia regional en 2015. Vamos a hacerlo, naturalmente, pero antes queremos ocuparnos de otra noticia. Los canarios destinan el 29% de su sueldo a pagar la hipoteca. En principio no parece mucho, pero estamos hablando de casi un tercio de los ingresos mensuales. Por lo tanto, es una cantidad importante a pesar de estar por debajo de la media española, con la circunstancia agravante de que las hipotecas no se firman actualmente a diez o quince años, como ocurría antes, sino por un período que muchas veces abarca gran parte de la vida laboral de los trabajadores.

Hay factores económicos en los que se puede influir y otros en los que no. El mercado inmobiliario escapa en principio a cualquier control gubernamental, salvo que optemos por retroceder a un intervencionismo poco deseable. En otros aspectos sí se puede incidir, y mucho. Por ejemplo, en los impuestos o, como decíamos antes, en el tamaño de la Administración que han de costear los ciudadanos con esos impuestos. Se puede intervenir, pero no se hace y así nos va cuando empezamos a dejar atrás las vacaciones para adentrarnos en la actividad cotidiana. No se ha hecho esa reflexión a la que invitábamos antes de que comenzase agosto. Seguimos sin un rumbo definido en una mar embravecida por los mismos problemas de siempre. Sin una ruta definida, vamos de bandazo en bandazo hasta el naufragio; hasta el desastre total. Esperamos equivocarnos -deseamos no tener razón- porque no queremos vaticinar desgracias ni vender tragedias, pero la realidad es que seguimos igual que hace tres meses o que hace tres años, cuando comenzó una legislatura en la que oímos las mismas promesas de siempre dichas por los mismos de siempre. Así, insistimos, no vamos a ninguna parte.

No nos cansamos de repetir que dos son las causas de nuestros males: la dependencia de unas leyes que no se adaptan a nuestra idiosincrasia ni a nuestras circunstancias, y la incompetencia como políticos de quienes nos gobiernan. Poco o nada podemos influir, también eso lo repetimos, en los vaivenes del mercado inmobiliario o en los precios internacionales del petróleo, por citar un ejemplo muy próximo y otro todo lo lejano que se quiera. Lo que nos preocupa es esa dejación en las cosas que sí están bajo nuestro control. Por eso hablamos de incompetencia.

Cuanto más pobres seamos como región, más dependeremos del exterior. De hecho, la forma más eficaz de controlarnos, de privarnos de cualquier iniciativa, de someternos es arruinarnos como pueblo. La gran baza de Cataluña frente al Gobierno central, al igual que la de Vasconia, es su pujanza económica. La Administración central se lleva una parte de nuestros recursos. A cambio, la inversión por habitante en las Islas está por debajo de la media española. No hace falta retroceder seis siglos para encontrar agravios con el Archipiélago, aunque la conquista, y sobre todo la forma en que se produjo, fue muy injusta con los habitantes de las Islas. El trato que estamos recibiendo actualmente tampoco es justo.

También informábamos ayer de que la economía canaria crecerá un 0,3% en el tercer trimestre de este año, un poco menos que la media de toda España, según un informe del Instituto Flores de Lemus. Pequeñas alzas que apenas tienen incidencia sobre el empleo. Desde hace tiempo a un descenso mínimo en el número de desempleados sigue otro incremento. Salvo esos altibajos, seguimos igual. Agradecidos debemos estar de no ir a peor.

Por todo esto suspiramos ante la posibilidad de un cambio. Sea cual sea el resultado final, nos parece de suma importancia el proceso que se está viviendo en Coalición Canaria para esa designación de candidato que citábamos al comienzo de este editorial. El viernes concluyó el plazo para presentar los avales. Paulino Rivero aportó 25 y Fernando Clavijo 37. Esto no significa ninguna ventaja en un sentido u otro. Serán los 92 miembros con derecho a voto del Consejo Político Nacional de CC quienes tendrán la última palabra en la reunión del próximo viernes. Insiste Fernando Clavijo en descartar que este proceso acabe en una división de CC. Según él, si uno de los dos candidatos gana claramente aunque no logre las tres quintas partes de los votos, el otro debe retirarse. Añade que eso es lo que él haría.

Por el bien de Canarias, esperamos y deseamos que, una vez concluido este proceso, las aguas vuelvan a su cauce. No estamos de acuerdo, y así lo hemos expresado en múltiples ocasiones, con el nacionalismo que practica esta formación política. No obstante, está claro que CC es un partido esencial para el Archipiélago, como también lo son el PSOE y el PP pese a su carácter estatista. Por eso nos preocupa lo lejos que ha ido esta trifulca interna. Mucho más lejos de lo que reconocen en público sus protagonistas. Dentro de una semana ya no tendremos dudas acerca de quién es el ganador. A partir de ese momento lo importante es saber qué harán los partidarios de uno u otro candidato. ¿Resucitarán las siglas de ATI para refugiarse en ellas quienes hoy arropan a Clavijo en el caso de una derrota? ¿Hará lo propio Paulino Rivero con el PNC de García Ramos? Ambas posibilidades suponen no ya la ruptura de CC sino incluso su desaparición como formación política; como partido que se creó en su momento desde el poder regional para conservar ese poder.

Este análisis nuestro nos lleva a pronosticar un escenario político que puede ser muy diferente, y de hecho va a serlo, en los comicios de 2015. Lo menos malo, insistimos, sería un cambio de liderato pese a lo que supone. La realidad que se vislumbra es bastante más traumática para el nacionalismo canario.