Sin ánimo de pedirle peras al olmo, nos gustaría que alguna vez se reuniese el Parlamento de Canarias para aprobar algo útil. Por ejemplo, suprimir los sueldos de sus señorías y dejar los emolumentos que cobran unos y otras limitados exclusivamente a las dietas, como ocurría antes. Cierto que entonces la política se entendía como un servicio a la sociedad que prestaban personas con la generosidad suficiente para anteponer el bien común a los intereses particulares. Otra decisión sensata que podría adoptar el Parlamento sería disolverse hasta que fuese una Cámara legislativa con capacidad efectiva para cumplir su misión; es decir, para legislar lo que le conviene a estas Islas y no lo que les interesa a los políticos de Madrid.

Parece que hemos de esperar sentados a que ocurra algo de eso si no queremos cansarnos demasiado. La mejor apostilla para nuestra desesperanza la tenemos en el pleno celebrado por el Parlamento ayer jueves. ¿Discutieron los diputados y diputadas la lacra que continúa siendo el desempleo para estas Islas? Porque dejando a un lado los altibajos estacionales en el número de desempleados, en estas Islas hay más de 350.000 personas sin posibilidades de trabajar a pesar de que desean hacerlo. De igual forma, sigue habiendo listas de espera para recibir atención hospitalaria, y emigración, y muchas carencias sociales porque la crisis ha obligado a recortar las ayudas a los más necesitados sin suprimir -eso, jamás- un solo cargo público.

Podían haber debatido sus señorías estos temas, incluso acaloradamente, pero prefirieron seguir con la cantinela del petróleo y aprobar varias resoluciones contra las prospecciones y de paso, para no variar, acusar al Gobierno de España de despreciar la amplia contestación ciudadana y los pronunciamientos de diferentes instituciones del Archipiélago. El silencio del Ejecutivo de Mariano Rajoy ante la solicitud de una consulta sobre el petróleo se considera una deslealtad institucional y un agravio más hacia las Islas.

Si hiciésemos una lista de los agravios contra Canarias no cabría esta en varios comentarios. No es agradable que el Gobierno del Estado dé la callada por respuesta. En ese aspecto consideramos que tienen razón el Ejecutivo canario y los partidos políticos que lo apoyan en el Parlamento. No cuesta nada responder, aunque sea para negar la solicitud. Sin embargo, insistimos en que no es ese el principal problema que padecen estas Islas. Tampoco nos parece descabellada la idea del PP de establecer una cooperación entre Canarias y Madrid para establecer un canon fiscal relacionado con las prospecciones que beneficie al Archipiélago. Los enfrentamientos nunca son buenos, y mucho menos si se prolongan en el tiempo. Tampoco lo son las posturas maximalistas, como la establecida por José Miguel Ruano al decir que jamás habrá un acuerdo con el PP en los sondeos. Le recordamos a este diputado nacionalista que fue ese partido el que ganó las elecciones en el Archipiélago. Es decir, detrás de sus siglas no está únicamente el ministro de Industria y con él los cargos regionales y militantes del PP que lo apoyan. Están también los canarios que votaron por esta opción en las elecciones autonómicas.

Para que no faltase nada ayer en el Parlamento de Canarias, una vez más convertido en un circo -esta institución se desacreditó muchísimo cuando reprobó a EL DÍA en venganza por haber denunciado que sus señorías se subieron los sueldos en plena crisis-, el portavoz socialista, Manuel Fajardo, dijo que el procedimiento de autorización de las prospecciones ha sido tramposo y que el Ministerio de Industria ha ocultado información. ¿Hubo o no hubo trampas cuando Rodríguez Zapatero le "entregó" a Paulino Rivero la jurisdicción sobre las aguas canarias? Porque si no hubo trampa ni engaño entonces, es decir, si realmente el Gobierno de Canarias tiene capacidad para decidir en esa zona, carece de sentido que se inste a España a que no autorice las catas. Bastaría con que las prohibiese el Ejecutivo regional. ¿Y qué decir de esos 25.000 millones de euros que iban a ser invertidos en Canarias en un plazo de diez años? Ni un céntimo de ese dinero se ha visto en el Archipiélago, pese a la promesa de Zapatero. Como decíamos antes, mejor no ponernos a mencionar los agravios, las mentiras y los abusos sufridos por estas Islas y sus habitantes, porque no acabaríamos.