En menos de un año lo tendremos aquí. l pucherazo electoral vestido de reforma democrática con que nos obsequiará el PP para las elecciones locales de mayo de 2015 marcará un antes y un después en la degradación de nuestro sistema (social, político, económico) en la que tanto se afana Mariano Rajoy.

La idea es otorgar la gobernabilidad de un municipio a la lista que obtenga un 40% de los votos, con al menos cinco puntos de ventaja al segundo, y, en caso de no darse esas condiciones, celebrar una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados. l PP persigue erradicar los pactos poselectorales (una herramienta con plena legitimidad democrática), y sobre todo, persigue blindar las alcaldías que considera de su propiedad ante el descenso de votos evidenciado en las pasadas elecciones europeas.

Una vez más, el PP se propone emplear su mayoría absoluta como un escudo frente a la sana costumbre del debate democrático y el consenso. La reforma de la Ley Orgánica de Régimen lectoral General apenas se ha esbozado, no se ha hecho pública en su totalidad y mucho menos ha sido sometida a la consideración del resto de grupos parlamentarios. ¿Para qué, si el PP ya sabe lo que es mejor para spaña y los españoles? Ni siquiera los diputados populares han admitido la comparecencia del presidente para que explique en qué consistirá la reforma.

Jamás se ha visto una mayoría en el Congreso tan teñida de soberbia, y tan entregada a santificar los intereses del partido dominante. Los ciudadanos apoyaron al PP en noviembre de 2011, y se han visto defraudados una y otra vez, no sólo con recortes que Rajoy aseguró mil veces que no se producirían, sino también ahora viendo cómo ese apoyo se pervierte, convertido en herramienta para favorecer únicamente los intereses partidistas del partido del Gobierno.

A diez minutos del final de partido, el árbitro no puede decidir que una caída fuera del área es un penalti. Las reglas del juego están marcadas desde el inicio, y si queremos cambiarlas, tenemos que sentarnos a hablar todos, a participar todos, a aportar todos, porque todas las fuerzas políticas representamos al conjunto de los ciudadanos. l PP parece tener dificultades para entender eso, o peor aún, no tenerlas y decidir no entenderlo.

La reforma electoral afecta al corazón del sistema, ya que va directamente a la Administración más cercana a los ciudadanos para modificar su carácter hacia uno más presidencialista, algo insólito en la tradición democrática de este país. A mayor abundamiento, la defensa de la cuota de poder del PP, que es el único objetivo de la reforma, se centra en los Ayuntamientos, los más despojados de atribuciones gracias a la reforma de la ley de bases de régimen local que entrará en vigor con el apoyo, una vez más en solitario, del Partido Popular.

n un ejercicio de cinismo, el Gobierno habla de esta medida como un eje de "regeneración democrática", cuando en realidad constituye un peligro para la propia sustancia de nuestro sistema político. No hay demanda social que exija el cambio legislativo, ni un problema irresoluble de inestabilidad en los gobiernos municipales. Y ya en 2010 se acometió una reforma para dificultar las mociones de censura auspiciadas por tránsfugas, que sí menoscaban la calidad de nuestra democracia. Pero al PP lo que le preocupa es no perder, como las encuestas anticipan, feudos de poder que considera patrimonio propio. Y si hay que retorcer las leyes, se retuercen.

Los socialistas nos oponemos frontalmente a este acto caciquil de antidemocracia. Promoveremos iniciativas en todo el país para dejar patente nuestro rechazo a este nuevo golpe a los ayuntamientos y a los municipios, para contrarrestar la propaganda del Gobierno y del PP que de repente convierte los pactos de gobierno en un invento del demonio, a pesar de que son un instrumento democrático ampliamente empleado en toda uropa.

Ya está bien de atizarle siempre a los municipios. ste pucherazo no se puede consentir.

*Vicepresidente y consejero de Bienestar, Sanidad y Dependencia del Cabildo Insular de Tenerife

@aurelioabreutf