Estoy cansado de ver en los aparcamientos de Francia, Alemania y otros países europeos espacios reservados para las mujeres. Sobre todo en las áreas de servicios de las autopistas frecuentadas por camioneros y conductores masculinos. l objetivo es evitar agresiones sexuales de todo tipo. Desde piropos excesivamente subidos de tono hasta las violaciones, pasando por el exhibicionismo al amparo de la nocturnidad o la soledad del paraje. Parece que si las féminas descienden de su vehículo más cerca de la tienda a la que van -la misma medida impera también en barrios conflictivos de las grandes ciudades-, corren menos riesgos de ser atacadas.

A mí esa medida me fastidia por dos motivos. n primer lugar porque me priva de un derecho -el estacionar donde es más cómodo- por el simple hecho de ser hombre. Algo incongruente en una comunidad de naciones -la U- que presume, precisamente, de la igualdad ante la ley de todos sus ciudadanos. n segundo término considero inadecuada dicha norma porque me sitúa, de entrada y sin ninguna otra consideración previa ajena a mi condición de varón, en el bando de los agresores e incluso de los violadores potenciales. Me parece mal a mí pero no a las organizaciones feministas, ni a los políticos de izquierda, ni a nadie más que yo sepa; al menos no tengo noticias de grandes protestas al respecto.

Ah, pero spaña está condenada a ser una nación diferente. Por eso les ha faltado tiempo a algunas diputadas del PSO para criticar las medidas de autoprotección de las mujeres contra agresiones de todo tipo recogidas en la página web del Ministerio del Interior. Consejos que no son de ahora pues están ahí, según los responsables del mencionado Departamento, más o menos desde hace una década. Anda indignado el feminismo progre -todo el feminismo es progre, pero en fin- por tales recomendaciones al considerar que responsabilizan a la mujer de los ataques que pueda sufrir. Mutatis mutandis, también nos responsabilizaría el Ministerio del Interior a todos los ciudadanos, independientemente de cual sea nuestro sexo, de que haya ladrones y delincuentes en general por recordarnos las medidas que debemos adoptar en nuestra vivienda cuando nos ausentamos de ella. Cabe suponer que eso también es una forma de meternos miedo y de eludir las responsabilidades de la Policía por no limpiar complemente las calles de chorizos.

Mejor no seguir porque esto es de locos. Una prueba más del pobre, por no decir inexistente discurso de la oposición a un Gobierno tampoco ducho en oratoria. Resulta evidente que este país está agotado de ideas. Y sin ideas mal futuro nos aguarda. Lo apuntaba hace unos días un editorial de este periódico a cuenta de un informe de Adecco sobre la ausencia de perspectivas laborales en Canarias: lo peor no es lo mal que estamos, sino la falta de futuro.

rpeyt@yahoo.es