Me gustaría remitirles al menos unas líneas a los lectores que me han enviado algún mensaje durante las últimas semanas, pero me es imposible. No por falta de ganas sino de tiempo incluso en vacaciones, aunque hace años que no sé lo que son unas auténticas vacaciones. Viajo pero no dejo de escribir. Vaya por delante mi agradecimiento a todos los que se interesan por estos artículos. También a quienes los leen para luego ponerme a caer de un burro, que también son respetables.

No tengo tiempo pero una vez más se impone la excepción, en este caso con la nota remitida por un señor de Santa Cruz que me pide disculpas de antemano debido a las molestias que pudiese ocasionarme. Lo único que me molesta es que piense que me incordia. Al contrario. Le agradezco cualquier sugerencia. En esta ocasión me comenta una pelea acaecida el viernes día 15 en la capital tinerfeña, poco después del mediodía, concretamente en la calle Tolerancia (antes García orato). Unos jóvenes con sus torsos desnudos -según mi comunicante- se peleaban en la vía pública de tal forma que interrumpían el tráfico. Desde la cercana calle éndez Núñez se podía ver y oír el espectáculo. Alguno de los vecinos que lo contemplaban seguramente llamó a la Policía. Llegaron dos vehículos de la unicipal pero parece ser que los "gladiadores" -sigo respetando los términos del señor que me informa- se esfumaron a tiempo. Poco después de marcharse la Policía se reanudó la contienda. Nuevamente vinieron dos vehículos policiales, "pero no pude apreciar si se produjo alguna detención", señala mi comunicante. Los vecinos se preguntaban si se trataba de un ajuste de cuentas por asuntos de drogas, o algo así.

Para empezar, a la Policía española, en especial a la guindilla, le hacen menos caso los chorizos que al pito del sereno. Cuando había serenos con pito, naturalmente. Ayer mismo informaba Europa Press de que tres individuos robaron el sábado un coche camuflado de la Policía Nacional (Cuerpo Nacional de Policía, se llaman ahora los maderos) a punta de pistola. A la hora de escribir estas líneas todavía lo estaban buscando. Al parecer le han pedido ayuda a los picoletos, a ver si ellos consiguen algo. Pedro Pacheco se quedó corto, en su día, al decir que en este país la Justicia es un cachondeo. No sé si la Justicia es una burla -prefiero pensar que no-, pero cada vez estoy más convencido de que en este país, antes llamado España sin más, el cachondeo lo abarca casi todo.

Diez días atrás oí cierto jaleo en la calle mientras estaba en un hotel de Fráncfort y me asomé a ver. No era una pelea de descamisados como la de Santa Cruz, sino tres turcos y una turca bailando al son de música de su país. La turca, que conducía un ''ercedes'' deportivo que yo jamás podré tener sin endeudarme para el resto de mi vida, dijo algo que no entendí. Posiblemente un improperio. Sin embargo, inmediatamente bajó el volumen de la música. Cinco segundos después subió al coche y salió quemando neumáticos, al igual que sus acompañantes. Si por casualidad se presentaba la "Polizei" tendrían problemas. Por lo menos pasarían un par de horas en comisaría por armar bulla en una zona residencial a las once de la noche.

No quiero vivir tan cuadriculadamente como los alemanes. Prefiero España. e quedo con Tenerife antes que con cualquier lugar del país de los teutones, pero con un orden; aunque sea mínimo.

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