Nos bombardean casi a diario con noticias sobre víctimas de la violencia machista. Eso que oficial, y también estúpidamente, se denomina violencia de género. oticias que eclipsan a otras no menos sorprendentes como lo es que en España hayan muerto ahogadas 185 personas entre enero y julio de este año. Tenerife, con 30 casos, encabeza la lista nacional de estos luctuosos sucesos. Le sigue la provincia de Alicante con 27. El alto número de ahogamientos en las zonas de baño de Canarias no se explica en términos de peores condiciones de seguridad. Se debe, según los especialistas, a que el clima permite su utilización durante la mayor parte del año. Sea como fuese, esto no debería ocurrir en un país, y en una región como es el caso del archipiélago canario, volcados en la industria turística.

Hay otros ahogamientos igual de silenciosos aunque no por ello menos importantes: el de las cuentas de nuestras administraciones públicas. La deuda del conjunto de dichas administraciones hasta junio se elevó por primera vez por encima del billón de euros, lo cual supone alrededor de un 98,4% del PIB. Un agujero que no acaba ahí porque las previsiones para este año del Gobierno central apuntan a que dicho endeudamiento llegue al 99,5% del PIB. La deuda pública se ha triplicado desde que comenzó la crisis, pues ha pasado de suponer un 36,3% del PIB en 2007 a rozar el 100% actualmente. Luis de Guindos, ministro de Economía, lleva meses culpando de esta situación a medidas como el pago a proveedores o el Fondo de Liquidez Autonómico, que proporciona dinero a las regiones para pagar sus deudas. o entra para nada Luis de Guindos en el quid del asunto: España no puede subsidiar a casi seis millones de desempleados -aunque más o menos la mitad de las personas que se encuentran en esta situación ya no perciben ninguna ayuda-, mantener una sanidad pública con generosas prestaciones en comparación con otros países de nuestro entorno -a pesar de las listas de espera-, sostener las ayudas sociales propias del Estado del bienestar y, al mismo tiempo, no renunciar a ninguno de los más de ocho mil ayuntamientos que hay en este país, por no citar los 17 parlamentos autonómicos, etcétera, etcétera, etcétera. Eso es imposible de mantener sin subir los impuestos de forma descomunal o seguir aumentando los números rojos de las cuentas públicas. Incrementar los impuestos significa ahogar -ya que de ahogamientos se trata- a más empresas, generar más paro, perder ingresos por la vía de la recaudación de impuestos y asumir nuevas cargas en forma de subsidios al desempleo. Es decir, una vuelta más en la espiral de la hecatombe.

i vivimos en un país realista, ni es probable que el Gobierno de Rajoy adopte medidas a la vuelta de las vacaciones para aproximarnos a la sensatez. Lo que se ha hecho en cuanto a ajustes, hecho está. Ahora toca estarse quietos para no enfadar más al electorado, a ver si escapa el PP en los comicios del 2015.

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