Dice un conocidísimo proverbio chino que una imagen vale más que mil palabras. Es verdad. Sobran las palabras sobre el estado de la playa de Las Teresitas con la fotografía, publicada en nuestra portada de ayer, del espigón destrozado por el temporal de agosto de 2011. Desde entonces está así. Esa es la postal del principal lugar de esparcimiento marítimo de Santa Cruz.

Lo que procede es preguntar quiénes son los responsables de que una playa, llamada a ser un lugar de ocio de primerísima calidad -el proyecto para su rehabilitación estaba en manos de uno de los arquitectos más famosos del mundo-, se encuentre cada vez más deteriorada. No vamos a decir que los jueces hagan caso omiso de las denuncias que han llegado a los juzgados y han puesto en marcha los procesos judiciales. Que juzguen los tribunales los presuntos delitos que hayan podido cometer algunas personas y que se castigue a los culpables, si los hay. Lo inaceptable es que la capital de la Isla siga sin una playa con instalaciones modernas, adecuadas tanto para el esparcimiento de los vecinos de la capital -y de los residentes de toda la Isla- como para generar puestos de trabajo. Algo de lo que seguimos muy necesitados en esta tierra, dicho sea con reiteración por si alguien todavía no se ha dado cuenta.

Intereses políticos, protagonismos personales de individuos envidiosos y vengativos, apocamiento de gobernantes, temores de algunos a verse sentados en el banquillo a la menor denuncia de los ecologistas o los del no a todo... Muchos son los factores que nos han conducido a esta situación. El resultado, a la vista está. Mientras nuestros "hermanos canariones" miman su playa de Las Canteras, de la misma forma en que lo hacen con sus instalaciones portuarias, en Tenerife vamos para atrás porque quedarse quietos supone retroceder en unos tiempos en los que todo cambia a velocidad de vértigo.

Les estamos dando un voto de confianza a los políticos tinerfeños. Esperamos que no nos defrauden de la misma forma que lo han hecho otros en el pasado. Es el momento de dar un puñetazo sobre la mesa y decir basta. Sin necesidad de recurrir a la siempre criticada reactivación del pleito interinsular, hay que decir claramente -deben decirlo nuestros políticos, nuestros gobernantes- que la principal, más extensa y más poblada de las Islas del Archipiélago no puede seguir a la cola de todas las demás. Sobre todo postergada por las ambiciones de los políticos canariones. Hasta en el acaparamiento de los beneficios que generarán las prospecciones petrolíferas nos ha tomado la delantera el puerto de Las Palmas. Así se genera riqueza. Con la oposición por sistema a cualquier atisbo de desarrollo seguiremos en la miseria.

Todo esto, para más inri, referido a la isla que más empleo está generando en el sector turístico. Como publicábamos el martes, en Tenerife se han firmado más contratos que en todas las demás islas en su conjunto. Los visitantes prefieren la isla con más encantos naturales y esto se nota en su economía. Hace falta que esas mejoras lleguen a la economía de las familias. Mientras tanto, hay que prodigar las ayudas sociales. El cheque de trabajo y prolongación de las subvenciones de los 400 euros a los parados de larga duración son medidas imprescindibles.

Debemos abordar reformas importantes a la vuelta de las vacaciones, y hemos de hacerlo con valentía. Se nos acaba un tiempo que desde hace años corre en contra de Canarias y, particularmente, en contra de Tenerife. Se les acaba el tiempo también a los políticos para justificar su gestión antes de las elecciones. A todos ellos les recordamos que el pueblo ni olvida, ni perdona. La gente no tolera que la engañen con falsas promesas.

Acabamos con otra buena noticia incluida en nuestra edición de ayer. El importe de los efectos impagados al comercio descendió en junio en Canarias un 46,7% respecto al mismo mes de 2013. El descenso se ha producido en todas las comunidades autónomas, salvo en Asturias. Nos parece bien, como no puede ser de otra forma, pero insistimos en que eso tiene que verse reflejado en la renta de los trabajadores y, consiguientemente, en el consumo. Al final, nos estamos recuperando no gracias a los políticos, sino a pesar de algunos políticos.