1.- Creo yo que lo que se ha perdido en este país es el sentido del humor. Por eso hay que leerse el nuevo libro de , que se titula, ni más ni menos, que "La Laguna". Estoy seguro de que los lectores de este artículo, que serán legión, lo van a comprar. Está uno harto de las tristezas y hay que dar pábulo al humor. Hablé con Julio y le dije que no me mandara el libro, que yo lo compraría. Y ya he ido a "Lemus" a proveerme de un ejemplar. Los libros de los amigos hay que comprarlos, espero que ustedes hagan lo mismo con el mío, cuando salga -próximamente-. Julio es un filósofo urbano. Quiero decir que desde sus recorridos como urbanita capta lo que pasa, aunque esté muy influido por la casta de Pepe el Gago y por La Laguna en sí, que es un poema. Incompleto, desde luego. Al margen de que yo haga un merecido análisis del texto, ya les adelanto que por lo leído y por terceros creo que vale la pena que ustedes accedan a él. Nadie como Julio, que además interpreta muy bien, es capaz de captar el espíritu lagunero de quienes han forjado la ciudad, desde don Anatolio Fuentes al mismo Pepe el Gago y sus manises.

2.- Reconozco como una de mis virtudes más primorosas el haberme sabido reír de mí mismo; siempre. Yo me veo mis defectos y los proclamo. Por eso me siento también con derecho a contar los de los demás. Julio es un fijón, no se le escapa nada, como le pasa a las personas inteligentes. Un día se olvidó de Atahualpa Yupanqui y se puso a hacer cosas, a presentar programas de folklore, a ganar el "Pérez Armas" de novela o a cogerle los puntos al mago. ¿Les parece poco? Julio es un maestro de la narración popular y yo que me precio de conocer al mago peludo como a mí mismo, tengo que reconocer también lo suyo.

3.- Así que el libro se titula "La Laguna". Nada más y nada menos. Es muy gordo y la letra demasiado pequeña para mí -vaya manía-. Pero vale la pena hacer el esfuerzo. Esto es sólo un avance porque volveremos sobre el volumen. Los que se preguntaban qué andaba haciendo , que estaba tan callado, ahí lo tienen. No renuncia a sus paseos laguneros, quizá para captar lo nuevo, aunque en la Laguna/ciudad no hay nada nuevo; lo antiguo flota en el ambiente. Ahí no se mueve una piedra sin que se enteren los que se tienen que enterar. El paisaje y el paisanaje.

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