En un lugar de este extraño mundo ha ocurrido un suceso que ha llamado poderosamente mi atención. Una pareja con problemas para procrear pagó por un hijo a través de un vientre de alquiler, y vino una parejita con un niño sano y otro con síndrome de Down, lo que antes denominábamos mongólico por los rasgos asiáticos. La pareja, sabiendo que tendría problemas antes del nacimiento, se quedó con el niño sano abandonando al otro con su madre natural. El tema ha sido muy criticado, pero ha habido posturas muy hipócritas, pues la mayoría no tiene ni la menor idea de lo que significa tener un discapacitado psíquico en casa. El error está en la forma de legislar este tipo de nacimientos, y supongo que a la criatura le sobrarán padres adoptivos.

Al mismo tiempo me reencuentro con un viejo amigo y compañero de fatigas en nuestra etapa en Aspronte, Alfonso Morales. Esperábamos turno en la barbería, y aprovecho para mandar un cordial saludo a Luis, que lleva cortándome la melena cerca de cuarenta años. Alfonso es una persona ilustrada y da gusto tener una conversación. Farmacéutico de profesión, ya jubilado, ahora se entretiene en viajar y a sus papeles y recuerdos. Me habló de lo bien que lo tratan en Las Palmas los compañeros colegiados y de la buena relación que mantiene con ellos. Ha pasado por momentos terribles: la muerte de uno de sus hijos por atropello, la de su hijo discapacitado y, recientemente, la de su esposa, pero lleva su tristeza con cristiana dignidad. Escribió durante años en este mismo medio, y una extraña desavenencia con don José le privó de seguir haciéndolo.

Hablamos largo y tendido de los buenos momentos pasados, de las jornadas de confraternidad, las cuestaciones y la infinidad de actos que organizamos las diferentes juntas directivas, todas unidas por una misma causa: defender a nuestros hijos con discapacidad psíquica, luchar por sus derechos, y sobre todo por informar y ayudar a los padres para saber asumir lo que se convierte en una obligación para toda la vida. Le tocó su turno de corte y nos despedimos deseándonos lo mejor.

Mi etapa en esa asociación fue de más de once años en diferentes cargos. Personalmente, como presidente mi labor fue bastante fructífera, aunque los méritos me los han otorgado otros, y quedan recuerdos imperecederos de los buenos amigos que hice y ya no están, como el entrañable Eloy López, o Nicolás García, algo más que un hermano mayor, con quien compartí viajes y del que recibí siempre apoyo incondicional. También estaban entonces el bueno de Ulpiano Batlle del Arco y su esposa Purita, por quien mi hija le preguntaba, asombrándose de que se acordara siempre de ella. Los desaparecidos Ramiro Cuende o Claudio Burgos, hombre vital y brioso con absoluta dedicación a su cargo, con su esposa Conchita a su vera. Pepe Esquivel, que a pesar de no ser directamente afectado fue un buen vicepresidente, volcándose en la causa.

Muchos más voluntarios implicados para que Aspronte sea hoy una organización respetada y querida. Fuimos el germen de su estabilidad. A todos los responsables de aquella época les pertenece su buen nombre y prestigio actual, que deseo fervientemente continúe fructíferamente en el tiempo.

En cuanto a los padres de aquella época, como en botica, había de todas las formas de ser y caracteres posibles. Algunos nunca aceptaron su situación, pero la mayoría se entregaba en cuerpo y alma. Otros solamente defendían su parcela, y después estaban los que creían que papá Estado tenía que resolverles "su" problema. A pesar de todo la lucha tuvo su recompensa, y en cuanto a tener un discapacitado en casa solo puedo resaltar que requiere mucha atención y, como en el matrimonio, es para toda la vida. No son una perita en dulce, y ni mucho menos angelitos de Dios a los que solo les falta amor. Son complicados y difíciles de llevar, especialmente para las madres, que suelen cargar con la mayoría de la responsabilidad con mucha fortaleza y dignidad. Pero tienen grandes y buenos momentos, y algunas veces muy divertidos. Luces y sombras que la familia ha afrontado con esfuerzo, y un recuerdo cariñoso para esos amigos que aun están con nosotros.

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