Una breve nota antes de entrar en materia. Nada tenemos que decir, al menos por ahora, a favor o en contra del nombramiento de Domingo Álvarez, profesional de RTVE desde la década de los ochenta, como director del Centro de Producción de Canarias de este ente público en sustitución de Carlos Taboada. Como ya hemos publicado, se trata de un profesional inicialmente vinculado a Radio Juventud de Canarias y posteriormente a Radio Cadena Española. Su trayectoria profesional, especializada en información deportiva, es conocida por todos. Lo felicitamos al asumir este nuevo reto para él a la vez que le deseamos los mayores éxitos. Tan solo le hacemos el ruego explícito de que no olvide que es el director de Televisión Española en Canarias y no en Las Palmas. Tenerife debe contar tanto como la tercera isla y como todas las demás. Sería un desatino para él caer en errores de antecesores en ese cargo que hoy preferimos no citar. Y vamos al asunto de este comentario.

La recuperación económica, en la que hemos decidido creer como señalamos en nuestro editorial de ayer, sigue mostrando claroscuros. Decimos esto en relación con el hecho, según publicábamos en nuestra edición del pasado sábado, de que casi 15.000 empresas han desaparecido en el Archipiélago desde que comenzó la actual crisis económica. En 2013 había en Canarias 128.518 empresas activas, muy lejos de las 143.471 registradas en 2007, en una tendencia decreciente. Son muchas, se mire como se mire. Estas cifras muestran hasta qué punto se ha deteriorado el tejido empresarial en nuestras Islas.

Lo peor es que se sigue atacando al empresariado. Ya no lo hacen tanto los sindicatos, acomodados a un silencio subvencionado, pero sí otros estamentos laborales. Debemos desterrar para siempre la idea del patrón intrínsecamente perverso que explota a sus trabajadores. Para los casos de abusos, siempre detestables aunque al parecer inevitables, existe una normativa con sus correspondientes sanciones. Ahí están los inspectores de trabajo para llevar estos casos ante los tribunales y los jueces para aplicar las leyes. Lo improcedente, por injusto y peligroso, es seguir minando la imagen de los empresarios porque son los únicos capaces de crear empleo productivo. Los empleados públicos, incluidos los funcionarios, son imprescindibles siempre que su número no supere el de los estrictamente necesarios para la sociedad, que es la que los contrata. Desde la época del Imperio romano, e incluso antes, los funcionarios han desempeñado un papel decisivo. Sin embargo, la riqueza de un país no la crea el cuerpo de empleados públicos; la producen las empresas privadas. Compete a las administraciones públicas proporcionarles a estas empresas las condiciones necesarias para que desempeñen su labor, pero sin una decidida acción de estas no hay forma de generar puestos de trabajo. Y sin trabajo no hay ingresos. Y sin ingresos no hay consumo. Y sin consumo es imposible reactivar una economía, como es el caso de la canaria, sustentada ampliamente en la capacidad de gasto de los ciudadanos.

Avalan estos razonamientos el que sea una muy mala noticia la merma de la actividad privada. ¿Cuánto tiempo tardaremos los canarios en recuperar una parte significativa de esas empresas perdidas? Algunas patronales hablan de años; se refieren incluso a más de una década. La parte positiva de los datos que van surgiendo está en que el deterioro se ha detenido. Parece que ya no caeremos más bajo en el pozo en el que nos encontramos. Sin embargo, hemos bajado mucho. Además, las cifras sobre la recuperación de los puestos de trabajo se refieren por ahora a la Península. En Canarias el desempleo, lejos de disminuir, sigue aumentando.

No debería ser así porque poseemos recursos suficientes para no contar con las vergonzosas cifras de paro que nos afectan. De nada sirve que insistamos sobre aspectos innumerables veces citados en nuestros comentarios y editoriales. Tan solo nos queda subrayar que sin empleo no se puede salir de la crisis. Y sin dejar de sojuzgar a los empresarios con una presión fiscal que continúa siendo excesiva, amén de una legislación laboral que desde Europa nos siguen urgiendo que flexibilicemos, no pueden éstos crear empleo.

Coincidimos con Mariano Rajoy en que el daño causado por la crisis ha sido ingente y los avances en la macroeconomía no han llegado todavía a muchos ciudadanos. Es cierto pero no podemos quedarnos en las palabras. Hay que tomar decisiones valientes que suelen rehuir los políticos cuando estamos a algo más de un año de las elecciones generales.