Las redes sociales, internet, los medios de comunicación... todo ese nuevo sistema de comunicaciones instantáneas que ha convertido nuestro planeta en una pequeña aldea, ha conseguido llenarnos la cabeza con un montón de datos. Lo importante no es ya tener información, sino seleccionarla. Hay tanta, que casi no tenemos tiempo de absorberla. Y sin embargo, tal facilidad para comunicarnos ha conseguido en muchas ocasiones exactamente lo contrario: que nos olvidemos de la comunicación.

Durante unos años estuve en el PP. Pero hubo un momento en que decidí que si quería militar en un partido político útil para mi tierra tenía que hacerlo en Coalición Canaria. No porque fuera una opción nacionalista, sino porque era una fuerza política sensata, que nacía del compromiso con la isla. Muchos de nosotros éramos muy jóvenes cuando se crearon las Agrupaciones Independientes de Canarias, las AIC, pero escuchamos hablar a sus líderes: gente sencilla, gente normal, que defendía el insularismo, que defendía a su isla y al mismo tiempo defendía a todas las islas y a todos los canarios.

Con el paso del tiempo, el proyecto político se fue transformando y el contacto que tenían esos líderes con la realidad de las calles se fue perdiendo. Cuando uno gobierna corre el peligro de que le absorban los problemas del día a día, las polémicas con otros políticos, la preparación de los plenos, consejos, comisiones..., los planes para hacer obras y proyectos... Eso es el trabajo de gobernar. Pero gobernar también consiste en escuchar a la gente. No sólo una vez cada cuatro años, cuando hablan los votos. Hay que escucharla siempre que se pueda y a cada momento que se pueda. Hay que sacar tiempo del tiempo para irse a patear la calle.

Coalición Canaria ha empezado un proceso de regeneración y de vuelta a sus orígenes. Tenemos que recuperar lo que hemos perdido: tiempo para escuchar a la gente de la que venimos, a la que servimos y que nos ha puesto aquí. El partido no sólo es de los militantes, es del pueblo. Debemos imponer a nuestros cargos públicos -debemos imponernos- la obligación de dedicar parte de nuestra atención a dar y recibir información de los ciudadanos y de las bases del partido.

Tenemos que volver a hablar de tal forma que la gente nos entienda. Hay que hablar claro y decirle al pan pan y al vino vino. Hay que hacer políticas nítidas y dando la cara por aquello en lo que creemos. Si nos ponemos a favor del viento electoral o nos plegamos a la demagogia o al oportunismo, eso, al final, lo terminará pagando nuestra isla. Hay que explicarle a la gente lo que vamos a hacer. Y hacerlo. Las promesas en política están para cumplirse. Tenemos que recoger lo que las personas necesitan y llevarlo a la realidad.

Debemos dedicar parte de nuestro tiempo a transmitir a los jóvenes canarios cuáles son los problemas de esta tierra y por qué hemos llegado a una situación en la que no podemos ofrecerle a muchos de ellos un simple puesto de trabajo. Tenemos que pedirles perdón y enseñarles lo que estamos haciendo y lo que estamos dispuestos a hacer para solucionarlo. Tenemos que renovar caras, cargos y políticas. Hay que cambiar a la gente de sitio. Y cambiar a quienes no cumplan con los objetivos y esfuerzos que se les piden. Sin excusas. Todo se consigue con trabajo y entrega. Quien no esté dispuesto a dar ambas cosas no debe tener sitio en Coalición.

Debemos aportar nuestro compromiso para dignificar la vida política. Quien no piensa como nosotros no es nuestro enemigo. Debemos rehuir el insulto fácil, la descalificación y el griterío que muchos han elegido para llamar la atención. Nosotros no. La acción política es el resultado de la democracia representativa. Gobernamos para los ciudadanos que nos han elegido, no para los titulares de los medios de comunicación.

Todos estos mensajes los trae de la mano un joven político llamado Fernando Clavijo. Muchos creen que está llamado a ser el candidato de Coalición Canaria a la Presidencia del Gobierno. Es posible que lo sea; muchos votaremos por él. Pero la tarea más importante que tiene entre manos, él y muchos y muchas más que le acompañan, es conseguir que Canarias recupere su voz y su fuerza. La tarea es hacer más fuerte a Coalición para hacer más fuerte a Tenerife y a las Islas.

Las Islas se han debilitado. Han perdido protagonismo y poder. Porque el partido nacionalista que era el músculo de Canarias, su voz en Madrid, se fue olvidando de dónde venía y a quién servía. Se debilitó también y se alejó de la calle. Las redes sociales y las mensajerías no nos sirven para mirarnos a la cara. Y hay que salir ora vez a encontrarnos de frente con nuestra gente. A escuchar sus calenturas. A que escuchen las nuestras. A explicarles lo que nos están haciendo. A escuchar cómo lo están pasando. Y a ponernos las pilas de una vez porque esta tierra lo necesita más que nunca.