La toma de posesión del rey, don Felipe VI, ha dado lugar, tras la abdicación de don Juan Carlos I, a un sinfín de comentarios. Nosotros los iremos haciendo dando tiempo al tiempo. Alrededor de los cien días que se suelen dar. El tema de estas líneas viene inspirado por Unamuno, de quien, a través de sus hijas, escuché la plasmación del término "intrahistoria", que se da en todo acontecimiento histórico. De esa intrahistoria de la proclamación del nuevo Rey de España, y por tanto más atrás de cuanto se ha dicho y escrito, en un contexto de halago o de crítica, sitúo aquí algunos otros datos.

Hacia 1960, se me transmitió el encargo por la Delegación Provincial que dirigía Herrero Tejedor, buen jurista, sugerido por profesionales de Derecho de Granada, para pronunciar una conferencia sobre el Decreto de unificación de 19 de abril de 1937, dictado en plena Guerra Civil. No sé si sería su promotor el catedrático de Filosofía del Derecho Agustín de Asís Garrote, entonces en línea del ilustre maestro Elías de Tejada. Se publicó en las dos ediciones de mi obra, "Continuidad política y convivencia", 1962 y 1967, la cual mereció el Premio Nacional de Literatura- Ensayos Políticos, 1962.

Ya entonces, el presidente de la Junta de Defensa Nacional anticipó su posición sobre una monarquía que se acobardaba frente a un resultado que se consideró adverso en las grandes ciudades. Respecto del rey Alfonso XIII, no se produjo una abdicación, sino un destronamiento, con pérdida de la nacionalidad para toda la familia real, y de pasaportes, y expropiación de bienes. Incluida la península de la Magdalena, en Santander, donada por suscripción popular. Lo primero que hizo Franco fue todo lo contrario: el palacio que se usó como checa durante la Guerra Civil, luego cuartel de los italianos, fue devuelta a don Juan. La universidad de verano, que durante la República alojó a los inspiradores de la misma, como Recasens, Ortega, Madariaga, o Américo Castro. Después, fue enajenada por don Juan a la ciudad de Santander.

Cuanto esta "intrahistoria", porque después vendría la Ley de Sucesión, que nosotros votamos, en el campamento de Montseny, haciendo la Milicia Universitaria. Y, después, participamos como procurador en Cortes, sindical, cuando, en presencia de Franco, las Cortes Españolas aprobaron la designación de don Juan Carlos como Príncipe de España, con lectura nominal, por el secretario, Romajaro. Recuerdo el "no" de García Valiño y Varela, y de Torcuato Luca de Tena, y de otros procuradores familiares o sindicales. Algunos fallecerían semanas después. Igualmente asistimos a la ratificación y juramento del Rey Juan Carlos, ante los Evangelios, y las Leyes Fundamentales vigentes.