Lo prioritario para Canarias es reducir el ingente problema del paro, lo cual solo es posible apoyando a los empresarios para que creen puestos de trabajo. Igualmente primordial es acabar con tragedias sociales como lo son el retorno a los tiempos de la emigración, las listas de espera para recibir atención hospitalaria o las colas del hambre. No menos esencial es mantener los servicios sociales que aún no han desaparecido como consecuencia de los recortes impuestos por la crisis. Mermas que no han afectado, lo decimos un día más, a los políticos. Ni una sola corporación local ha desaparecido en estos años. En esto a España no le vale como ejemplo lo que están haciendo otros países de la UE. Y como Canarias es un territorio sometido a las leyes de España, la misma suerte corremos.

Podíamos seguir con una larga lista de prioridades y añadir, acto seguido, otra equivalente con los asuntos sobre los que no merece la pena perder el tiempo. No es prioritario, por citar uno solo de esos asuntos, quién va a ser el candidato de Coalición Canaria a la Presidencia regional. Un tema sobre el que volvemos a redundar este domingo porque ha seguido vigente a lo largo de la semana.

Cada año, cuando se acercan las vacaciones estivales, políticos y sindicalistas hablan de un otoño caliente. Y cada año, cuando llega octubre, queda atrás el estío y se reanuda el curso político, descubrimos que el otoño no es más caliente ni más frío en lo que se refiere a la actividad política de lo que fue el anterior o el de hace una década. Sin embargo, como la gente se ha olvidado de lo que han dicho unos y otros, nadie les reclama nada. Por eso cualquier anuncio de un otoño caliente es una falacia en la que no vamos a caer.

Ojalá tuviésemos un comienzo de curso realmente revulsivo. Nada vendría mejor a nuestra maltrecha situación que una agitación social; un puñetazo sobre la mesa para decir basta. Para expresar claramente que no podemos seguir con cientos de miles de parados sin expectativas de encontrar empleo. Eso, lo hemos dicho muchísimas veces y seguiremos repitiendo, no solo supone la ruina económica de estas Islas, sino una lacra social que no puede tolerar ninguna sociedad que se considere civilizada. No estamos instando a los ciudadanos a que salgan violentamente a la calle para protestar. a violencia -también eso lo hemos comentado en innumerables ocasiones- no conduce a nada. o que propugnamos es una movilización de eso que muchos llaman la sociedad civil sin que casi nunca entiendan bien a qué se están refiriendo. Una movilización que empiece por decir no a los políticos actuales. A quien no sirve hay que quitarlo cuando lleguen las elecciones. Antes no porque la democracia tiene sus tiempos en forma de legislaturas. Quien ha sido elegido debe concluir su mandato, salvo una situación de grave ilegalidad. Cumplido este periodo, lo que procede es no volverlo a elegir sea cual sea el partido bajo cuyas siglas se presente.

Apostamos por un otoño realmente caliente a la vuelta de este verano. No por la violencia callejera, insistimos, pero sí por un rechazo generalizado de la población a los planes emprendidos por los políticos para seguir en la poltrona. Algunos están actuando sottovoce. Otros, en cambio, lo hacen con sibilinas declaraciones a los medios de comunicación. Globos sonda -lo hemos comentado en semanas anteriores- para ir observando las reacciones de los contrarios. a mejor manera que tiene un político de promocionarse es resolver los problemas de los ciudadanos. No nos cansaremos de decirlo, aunque no contamos con que nos hagan caso. o inaceptable es el espectáculo de unos y otros lanzándose puñaladas por debajo de la mesa -o por la espalda- para situarse mejor que el contrario dentro del propio partido.

Una pena porque hay mucho por hacer en estas Islas. Yendo por temas, publicábamos el martes de esta semana que el 35,5% de los universitarios canarios desempeñan un empleo de baja cualificación. Un problema de "sobreeducación" que compartimos con España. De acuerdo con un estudio de la Fundación Conocimiento y Desarrollo, Canarias figura en el grupo de diez regiones españolas con desajustes entre formación recibida y ocupación laboral ejercida. Estamos a mucha distancia de comunidades autónomas como Navarra o Cataluña, en las cuales el 75% de los titulados universitarios consigue acceder a puestos acordes con su preparación. Añade el informe que en el contexto internacional, España destaca por su baja proporción de ocupados que son graduados superiores y que están empleados en ocupaciones de alta cualificación. Estos datos nos enfrentan a una paradoja importante. Por una parte oímos con frecuencia -y es cierto- que un alto porcentaje del desempleo juvenil que padece Canarias se debe a la falta de preparación de una juventud que abandonó la escuela antes de tiempo para encontrar trabajo fácil, y bien remunerado, en el sector de la construcción durante los años del boom inmobiliario. Sin embargo, los jóvenes que sí han estudiado -esa generación a la que calificamos con merecido orgullo como la mejor preparada de nuestra historia- tienen que emigrar o colocarse en empleos muy dignos -cualquier trabajo honrado lo es- pero que no están a la altura de la formación que poseen. Algo está fallando.

Tal vez haya llegado la hora de decir con claridad que tenemos una enseñanza universitaria superabundante y una formación profesional deficiente. De nada sirve una formación superior con la mejor calidad del mundo si quienes la obtienen no son demandados laboralmente por la sociedad que les ha pagado sus estudios. a Universidad debe estar restringida a las élites intelectuales. Ojo: las intelectuales, no las económicas. Acceder a la Universidad es un derecho pero también un privilegio, al menos si nos quedamos en el ámbito de la enseñanza superior pública, a día de hoy mayoritaria en este país. Todos tienen derecho a acceder a la Universidad, pero solo los mejores han de permanecer en ella.

De forma paralela, deben redoblar sus esfuerzos los políticos -si es que les queda algo de tiempo entre tanto afán por la promoción personal- para que la Formación Profesional no sea vista como un estigma; como la salida de los que no pueden llegar a la Universidad por los motivos que sean, casi siempre de tipo económico. Ayer mismo publicábamos un anuncio en este periódico en el que una empresa local demandaba profesionales en varias especialidades. No es mucho, pero por algo se empieza. Un grano no hace granero pero ayuda al compañero. No es menos digno en la escala social un mecánico que un ingeniero. No lo es en países que, aunque nos pese, están más avanzados que nosotros, como es el caso de Alemania.

Por otra parte, ¿necesita Canarias dos universidades provincianas en vez de una de calidad y ámbito regional, como lo era la Universidad de la aguna antes de la absurda, por innecesaria, creación de otra en as Palmas? Dos universidades o tres, si tenemos en cuenta que en Tenerife también existe una privada que no criticamos porque no está sufragada con dinero público. Al contrario: pensamos que su existencia llena un hueco importante en el Archipiélago. Tres universidades y una oferta de formación profesional que no cubre la demanda. Unos 6.000 alumnos aspirantes a FP se quedarán sin plaza en Canarias durante el próximo curso, según estimaciones de los sindicatos.

Son estos problemas -la enseñanza solo es una muestra- y no su futuro personal los que deberían quitarles el sueño a los políticos.