En el mar -o en la mar, como les gusta decir a los marinos y marineros- las distancias no suelen medirse en kilómetros sino en millas náuticas. Unidad de longitud equivalente a un minuto de arco de círculo máximo; es decir, de cualquiera de los meridianos o de un paralelo muy especial, pues es el único que tiene esa cualidad de ser círculo máximo sobre la esfera terrestre, llamado ecuador. Ya saben todos ustedes porque lo estudiaron en la escuela -y si no lo saben se los recuerdo ahora- que los ángulos se miden coloquialmente en grados. Dando por establecido que una circunferencia sustenta un ángulo de 360 grados, cada uno de los cuales se divide en 60 minutos y estos a su vez en 60 segundos, resulta que una milla marina corresponde a 1.852 metros y algunos decimales añadidos; 1.853 metros si redondeamos por arriba. A partir de esto resulta lógico medir la velocidad de un barco en millas por hora. Algo para lo que existe también una unidad específica llamada nudo. Un nudo es una milla por hora.

Supone una redundancia propia de ignorantes hablar de nudos por hora porque, lo reitero, un nudo ya es una milla por hora. Que un mesetario cometa estas meteduras de pata se entiende; máxime cuando es difícil encontrar un país con tantos kilómetros de costa y, a la vez, tan lego en asuntos del mar. Lo que no resulta de recibo es que dicha pifia la cometa, como lo hizo en su día, nada menos que un ex profesor de la Escuela de Náutica de Tenerife, hoy Sección de Náutica, Máquinas y Radioelectrónica Naval después de la agrupación de centros de la Universidad de La Laguna. El profe desconocedor de los nudos y las millas es el diputado socialista José Segura. Una vez fue a Inglaterra -o lo invitaron; eso no lo sé con exactitud- y vino maravillado ante aquellos buques de la Royal Navy que "saltaban al mar a más de 30 nudos por hora". Espero no tener que ponerme a hurgar en las hemerotecas porque entonces saldrían otras cosas. Verbigracia, la también hazaña marinera del susodicho al detener a un fugitivo pensando que salvaba a un suicida. Cuánto nos reímos Manolo Iglesias y quien esto escribe a cuenta de ese asunto. Un chorizo huía de los picoletos corriendo por la costa de Playa de las Américas. Al verse acorralado, se lanzó al agua y nadó vigorosamente mar adentro... hasta que se encontró con Pepe Segura que casualmente andaba por allí veraneando en chalupa. Tanto hizo que convenció al prófugo de que no arriesgase su vida adentrándose inciertamente en el mar. Al final el quinqui subió a la lancha, posiblemente aburrido con la perorata que le estaba echando Segura, y fue capturado por los agentes que lo perseguían.

Este es el competente experto -histriónico político, me apresto a precisar- que acaba de pronunciarse sobre la incompetencia del Gobierno de España para concederle permisos de prospecciones a Repsol, ya que la OMI no ha determinado todavía la mediana con Marruecos. ¿Y al Gobierno de Mohamed VI quién le ha dado permiso para estar perforando unos kilómetros más allá, en su supuesto lado de tan hipotética mediana? Con lo guapito que estaba Segura después de tanto tiempo callado.

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