España, un país sumido en el nepotismo. El titular de prensa no es baladí pues no en vano esta misma semana anunciaba el presidente del Tribunal de Cuentas, Ramón Álvarez de Miranda, que este organismo modificará los procesos de selección de personal, eliminará puestos de libre designación y estudiará someterse a auditorías de organismos externos. Esta es la primera consecuencia tras una información publicada en un diario de difusión nacional sobre posibles casos de favoritismos en la contratación de personal, o irregularidades en la adjudicación de obras, supuestamente cometidas por esta institución. Acusaciones negadas, como era de esperar, por el propio Álvarez de Miranda. Aunque el asunto no se limita al Tribunal de Cuentas.

Lo relata Asier Martiarena en su blog "Episodios nacionales". "¿Cómo se puede explicar que un mes antes de celebrarse unos exámenes para ocupar 14 plazas de auxiliar de grabación -equivalente a informático con 2.264,20 euros mensuales de salario- y a los que se presentaron más de 247 aspirantes, un individuo se personara ante un notario para adelantar, sin el más mínimo error, los nombres de los ganadores de las mismas?". A buenas horas se entera el tal Martiarena de algunas cosas. Hace más de 30 años me llevé una sorpresa al ver en el tablón de anuncios de cierto organismo público una convocatoria con los requisitos para cubrir determinado puesto de trabajo en calidad de funcionario. Eran tan específicos, que sólo hacía falta encabezarlos con un nombre para que fuesen el currículo del agraciado. ¿Que tú me obligas por ley a contratar a una persona mediante concurso público? Ningún problema. Dime en qué te has licenciado o graduado, cuáles son tus cursos adicionales, cuáles las empresas en las que has trabajado, los idiomas que hablas (si es que hablas alguno) y asunto arreglado porque ajusto las exigencias de la plaza a tu perfil. Hecha la ley, hecha la trampa. No siempre es así. No generalicemos. Pero con harta frecuencia, sí.

Esto en el ámbito público. En las empresas privadas, más de lo mismo. Cierto que un empresario privado puede contratar a quien le dé la gana para el puesto que estime menester, siempre que no acuda luego a la Administración en busca de ayudas con cargo al erario cuando su mercantil caiga en un concurso de acreedores. Me lo contó hace algunos años una colega a la que habían contratado como jefa de prensa en cierta organización empresarial que no voy a citar. Un día la llamó su jefe para anunciarle que prescindían de ella. "No es nada personal, ni tampoco lo has hecho mal", se aprestó a decirle ante su cara de sorpresa. "Es que uno de los asociados tiene un hijo que ha terminado periodismo y claro...".

El número de una cuenta bancaria. Eso es lo primero -y lo único- que le piden los empresarios gringos -los anglosajones en general- al amigo que les ruega una colocación para un hijo, un sobrino o cualquier allegado. Una cuenta para ingresarle el sueldo ya que a un amigo no se le niega un favor, pero sin que el enchufado ponga sus pies en la empresa porque una cosa es la amistad y otra perjudicar a una compañía con un botarate recomendado. Por eso ellos están donde están y nosotros seguimos inmersos en una economía mendicante.

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