Para los que nos dedicamos como pasatiempo -me repatea emplear el anglicismo tan usado- a emborronar cuartillas -y también los profesionales-, resulta indispensable tener a mano un buen diccionario de sinónimos. A veces, cuando se está en el fragor de la escritura, no nos damos cuenta de las palabras que utilizamos y las repetimos, empobreciendo nuestro lenguaje. Luego, cuando lo releemos en busca de errores, nos percatamos de ellos y los corregimos; no resulta elegante repetir varias veces la palabra "decaer" cuando, según las circunstancias, pueden servirnos declinar, debilitarse, arruinarse, desfallecer, flaquear, menguar o empeorar.

Es lo que me ha ocurrido a mí hace unos días y una hora después de abandonar el Auditorio de Tenerife Adán Martín, tras haber asistido a la clausura de la temporada 2013-2014 de la OST. Se me ocurrió buscar en el mencionado diccionario una palabra que describiera el espectáculo allí vivido, y al final me he quedado con la que da título a este comentario: apoteosis, pues es la que mejor define la interpretación que nos ofreció nuestra orquesta de la sinfonía número 5 de Gustav Mahler. El público así lo entendió y premió a los intérpretes con cálidos aplausos, sobre todo a su director, Michal Nesterowicz. Este, como ya resulta habitual en él, dirigió la obra sin partitura, ante lo cual a mí, profano en la materia, solo se me ocurre preguntar cómo es posible memorizar tanto "ruido". Porque la obra de Mahler se prolonga durante más de una hora, y como casi todas las de este músico no se trata de melodías sencillas, fáciles de recordar, y en consecuencia dirigir. Muy al contrario, la música mahleriana está llena de disonancias, contrapuntos, intervenciones inesperadas de los distintos instrumentos, sobre todo del metal, creando en el oyente una expectación que le hace vivir la interpretación con intensidad. Hay que ser un superdotado -Nestorowicz parece serlo- para poder llevar a cabo la labor que el gran director polaco desarrolla en la OST. Para quien propuso su fichaje hace un par de años mi más sincera felicitación, así como un consejo: no lo deje escapar. Su intensa vida orquestal con las mejores agrupaciones musicales europeas permiten augurarle un brillante futuro, así como tentadoras ofertas que, como profesional, se verá obligado a considerar. Y no digamos si descubre "las Américas"; allí se nos queda.

Y sería lamentable que esto último suceda por culpa nuestra. Soplan malos vientos para la cultura, y una de las ramas de esta quizá más afectada sea la música; sobre todo la sinfónica. Merced a esos "inventos del demonio" -ipad, iphone, mp3...-, está ya al alcance de cualquiera, lo cual, si es bueno para darle un poco de cultura musical a la gente, también es malo, pues ha logrado que muchos melómanos -la crisis nos afecta a todos- dejen de asistir a conciertos y recitales programados de elevado coste económico. Si no las asistiera el patronazgo de los gobiernos y empresas privadas, estoy seguro de que desaparecerían gran número de orquestas que en la actualidad difunden por el mundo su patronímicos.

Esta última reflexión la hago al recordar una similar que hizo hace poco el maestro Nestorowicz en una entrevista periodística al hablar de la temporada 2014-2015. Está previsto un amplísimo programa, con solistas y directores internacionales que nos ofrecerán obras de Mahler, Mozart, Chaikovski, Dvorak, Schubert, Coello, Vaughan Williams, Mendelshon, etc., o sea un auténtico regalo para los oídos.

Sé que para el Cabildo de Tenerife la OST es como la niña de sus ojos. La cuida, la llena de mimos, la dota de cuanto necesita para su proyección, pero sería deseable que esta crisis termine de una vez, pues es posible que acabe afectándola. Igual que ha ocurrido con el Festival de Música de Canarias, es posible que a alguien se le ocurra la peregrina idea -hay que ahorrar, así que si quieren música ¡que la paguen los melómanos!- de disminuir el número de músicos, no contratar directores foráneos, reducir los sueldos para poder contar solo con profesionales de segunda o tercera categoría, etc. Como se ve, un sinfín de medidas que echarían por tierra el futuro de la orquesta, algo que no deberíamos permitir en el hipotético caso de que se produjera. Es preciso, para que esto no ocurra, que todos prestemos nuestra decidida colaboración, ayudando al Cabildo con la compra de abonos para la próxima temporada. No se trata de subvencionar la actuación de un cantante melódico, sino de potenciar la cultura; algo que hace falta.