A modo de índice de temas que nos llaman la atención, el Hospital Universitario de Canarias aclara que las aglomeraciones en urgencias no se deben a carencias de personal sino a un problema de infraestructura y funcionamiento; las ejecuciones hipotecarias han aumentado en Canarias un 28,6 por ciento durante los tres primeros meses de este año con respecto al primer trimestre de 2013; también en esos tres primeros meses de este año ha crecido en un 7,12 por ciento la deuda pública española, mientras que la de Canarias alcanzó los 5.586 millones de euros, lo cual supone un 13,9% del PIB regional; el IPC bajó un 0,2% en nuestro Archipiélago en el mes de mayo, con lo cual la tasa interanual se sitúa en el -0,3% (la deflación, tan temida como la inflación); y para acabar, porque no queremos hacer interminable una relación que en sí misma lo es, más de 2.400 familias de Santa Cruz han pedido ayuda en lo que va de año para pagar el agua. Los canarios ya no solo pasan hambre, sino también sed.

Esta muestra de noticias, ninguna de ellas buena, las podemos encontrar si acudimos a la hemeroteca y tomamos un ejemplar de EL DÍA de hace un año. O de hace dos, o tres. El tiempo pasa pero los problemas no se resuelven. A un paciente que acude al servicio de urgencias del Hospital Universitario de Canarias no le importa si la presencia, vergonzosa y en este caso igualmente vergonzante, de camillas con enfermos en los pasillos se debe a que hay poco personal o a que el centro está mal organizado. Lo que le importa es que le resuelvan su problema de salud, pues la salud siempre es lo primero; todo lo demás es secundario.

De la misma forma, a quien está pagando una hipoteca y se ha quedado sin trabajo, lo que le urge es encontrar un nuevo empleo para que el banco no se quede con su casa, que en la mayoría de los casos es lo único que todavía conserva.

Mal pueden funcionar los servicios de urgencias, las ayudas sociales y cuanto dependa de cualquiera de las administraciones públicas si no hay ingresos. El hecho de que aumente considerablemente la deuda pública significa que la recaudación no es suficiente para atender todas las necesidades. ¿Cuándo se van a adoptar las medidas de ahorro pertinentes? No hablamos de recortar en sanidad, en educación, en los citados servicios sociales y en otros epígrafes imprescindibles en todo momento, pero muchísimo más en situaciones de crisis como la que arrastramos desde hace casi siete años. Nos referimos a suprimir ayuntamientos. No localidades -lo decimos una vez más para que no se nos echen encima los guardianes de cada pueblo-, sino corporaciones locales.

Hasta los italianos, que son bastante díscolos a la hora de gestionar sus asuntos políticos, han eliminado miles y miles de ayuntamientos. Sin embargo, en España y en Canarias -porque Canarias, desgraciadamente, sigue dependiendo de España para todo-, no se priva de su sueldo ni a un solo concejal. Todos cobrando y el pueblo pagando aunque esté hambriento y sediento.

¿Se imaginan ustedes una empresa en la que los empleados se reúnan de vez en cuando para ponerse el sueldo que les parece más oportuno, siempre al alza? Ni siquiera negociando con el empresario. Únicamente por decisión unilateral. Pues bien, esa empresa existe aunque tiene numerosos nombres. Unas veces es el Parlamento de Canarias -no olvidemos que los miembros de la Cámara regional se subieron los sueldos y luego reprobaron a EL DÍA porque les afeó su impúdica conducta-, otras los ayuntamientos, otras los cabildos y otras lo que sea. Allá donde ocupen sus poltronas, lo primero que hacen los políticos al comienzo de cada legislatura es actualizarse el sueldo. Da lo mismo que haya inflación, deflación o sigamos igual. ¿Cómo va a quedar dinero para acabar con las inhumanas listas de espera sanitaria o para mejorar la educación? En vez de decir que un alto porcentaje de parados canarios tiene serias dificultades para encontrar trabajo por la falta de formación o el nulo dominio de idiomas, habría que ponerse a formarlos y a enseñarles idiomas porque, como dice la sabiduría popular, andando se hace camino.

No obstante, salvo denunciar lo obvio, aquí nadie hace nada para que dentro de un año no tengamos los mismos titulares de malas noticias en nuestras páginas.