Son los militantes del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) que, al decir de sus directivos, van a votar en el próximo congreso extraordinario para elegir a un nuevo secretario general. Son 200.000 militantes a mediados del año 2014. Es el mismo número de militantes que tenía el PSOE en mayo de 1979, hace 35 años, cuando celebraba su XXVIII Congreso.

Obviamente, no son los mismos militantes. En estos 35 años algunos han pasado al más allá y otros estamos aún en el acá, pero idos unos al no poder soportar los cambios producidos en el ideario y la falta de democracia interna, y alguno, como yo, expulsado del partido por denunciar internamente aquella falta de democracia que, además, contravenía el mandato constitucional.

A estas alturas del devenir político viene a proponerse la necesidad de un cambio estructural en el quehacer del partido. Cosa que ya manifestaba el que suscribe en el año 1984 y por lo que fui injuriado, vituperado y expulsado. No olvido. Tampoco guardo rencor, quizás porque mi separación del partido me devolvió la libertad de expresión y opinión que sentía constreñida.

Un partido de "progreso" ha visto a lo largo del tiempo cómo disminuían sus apoyos hasta llegar a la debacle producida en las recientes elecciones europeas. Esto es, lejos de progresar en apoyos sucedía que regresaban. Sólo la campanada del 11M, atentado terrorista ejecutado por unos moritos pero diseñado por otros que no conocemos, supuso un descansillo en aquella regresión del PSOE. Pero la nefasta dirección y gobierno de don José Luis Rodríguez Zapatero propició la nueva pendiente de descenso que ahora tratan de frenar e invertir.

La gravedad y el despropósito de lo acontecido hasta ahora se pone de manifiesto en esa incapacidad de crecimiento del número de militantes. No ha sufrido variación en estos 35 años, siendo que la población española ha crecido considerablemente. Y, al parecer, nadie se preocupaba en analizar por qué ese estancamiento. Tal parece que lo que importaba era el poder y la corrupción que el mismo produce. Y que ha producido en ingentes cantidades. Los militantes lo eran sólo para buzonear propaganda electoral y pegar carteles. Ahora, visto lo acontecido, parece que se les quiere sacar del ostracismo y ponerlos en valor democrático.

Por la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, espero que así sea. Por la recuperación del partido, espero que no sea otra añagaza.