Doña Carmen Posadas, a quien leo con agrado en la revista XLSemanal, suele golearme sin piedad. Cada vez que chuta me incrusta el balón en mi red, a pesar de mis esfuerzos para evitar. Suele hacer cada vez que emplea el pronombre donde yo emplearía le. Ya sé, amigo lector, que el pronombre hace de complemento directo, mientras que el le es indirecto. Hasta ahí estamos de acuerdo doña Carmen y yo. Pero muchas veces me suele sonar mal que expresa la famosa escritora. Luego leo y releo las frases y siempre, casi siempre, tengo que darle la razón. Digo yo que este empeño mío en emplear le sin ser leísta es porque soy canario; más concretamente, porque soy de pueb. Lo pienso así porque...

No me gusta escribir "se s sobreprotege" (hablando de niños), sino "se les sobreprotege". Tampoco me gusta escribir "se s incentiva a vestirse como adultos". Yo digo "se les incentiva". Pero ya dije, y repito ahora, que s goles que me marca doña Carmen Posadas son todos legales; no hay en els que en fútbol se llama "fuera de juego".

Pero ocurre, señores, que hoy sí que la persona de doña Carmen me ha dejado turulato porque se ha atrevido a escribir, siempre refiriéndose a s niños, "no sea que el niño se traume". Creo que traume tendría que ser tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo traumar. Pero ¿quién se ha atrevido a inventar tal verbo? Decido consultar mis nueve diccionarios (sí, no se asusten, son nueve; pero mi amigo Pedro Méndez tiene 23. Así que...).Empiezo por el DRAE (por ser vos quien sois). El amigo DRAE me hace dar un verdadero alarido de satisfacción porque no acoge en su seno semejante verbo. Pero claro, mi DRAE es de 2001. Y ya ha lvido desde entonces. Podría ser que...

Don Manuel Seco, académico autor del formidable Diccionario de Dudas, no dice ni pío. Y me decido a leer el "Clave", un hermoso libro que cuenta con el asesoramiento de mi admirado amigo y catedrático de Lengua Española Humberto Hernández. Y resulta que mi amigo -¡quién me iba a decir!- me da un tremendo disgusto porque, además del verbo traumatizar, que ustedes y yo conocemos desde chiquitos, se empeña también en admitir el verbo traumar. Y yo le pregunto a mi amigo Humberto: ¿pero por qué me haces esto? ¿No bastaba con s goles que me ha marcado, una vez y otra, doña Carmen Posadas a causa del y el le?

Pero ya saben ustedes, amigos, existe el verbo traumar. Pertenece, como es lógico, a la primera conjugación y, según me dicen, le da tres vueltas al anticuadísimo verbo traumatizar, que usted, amigo lector, y yo solemos emplear.

Yo sé que, según cierta zarzuela, "hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad", pero no creí que avanzaran de este modo, avasallando a s pobres escritores de pueb. Trataré de adaptarme, aunque sé que me costará mucho. También trataré de adaptarme a decir cosas como "se s sobreprotege", en lugar de "se les sobreprotege". No queda otro remedio. Tenemos que estar al día.

Cuando iba a dar este artícu por cerrado me entregan un papelito en el que leo: "Jugar mal y ganar es algo que está reservados a unos pocos nada más". ¿Será posible que se deba escribir aquí la palabra reservados en lugar de reservado? Si es así, me retiro, me jubi. Ya he aguantado bastantes cosas raras. Y no so de s académicos, sino, sobre todo, de s cronistas deportivos, que son legión y escriben un castellano diferente. Avísenme, por favor, para escapar a tiempo.

Hoy tampoco quiero escribir sobre "este agua". Ni de "estos aulas". Sería demasiado.