1.- Y, de pronto, a todos les ha entrado la prisa de la proclamación. Ahora un montón de gente quiere ser proclamada candidata. Por si acaso. Por si el fotógrafo los deja fuera de la foto. Parecen hormigas corriendo de un lado a otro de la madriguera, llevando cada una un trocito del gusano que han descuartizado. Hermoso espectáculo. Convierten la política en un saco de mierda que salpica, incluso, a la gente que no tiene prisa. Y que a los periodistas nos deja en la incertidumbre informativa y nos hace hablar más de la cuenta, a la búsqueda de respuestas. Y no sólo pasa en el partido que ustedes están imaginando, que es al que yo generalmente doy mi voto, sino en todos los partidos. Sus miembros están imbuidos del espíritu de Curro Jiménez y van con la daga metida en la faja por si encuentran a un enemigo en el camino y clavársela, preferentemente por la espalda. Estoy horrorizado: por ir demasiado deprisa van a destrozar un hermoso proyecto, como se destrozaron entre ellos en la vieja UCD. En este país, la especialidad es el desmembramiento mutuo y la guerra sucia. Y ahora me estoy refiriendo a Coalición Canaria, como habrán podido imaginar.

2.- Cada vez que hablo de política en esta sección, me horroriza; y a mis desocupados lectores también, porque me tupen a correos recriminándome que descienda a los infiernos, en donde sólo hay puñales y lamentos. Y, además, las traiciones se hacen con luz y taquígrafos, como en tiempos de don Antonio Maura; y si existieran los linotipistas se cometerían con su colaboración. Algunos no se esconden y están armando un berenjenal del que luego no sabrán salir. Y el que avisa no es traidor. De aquí a septiembre se puede quebrar del todo el proyecto.

3.- Le preguntaba don Alfonso XIII al general Primo de Rivera: “¿Y dónde has aprendido estas cosas de la política?”. A lo que el militar respondía: “En el Casino de Jerez, señor”. Pues aquí igual, la mayoría de los políticos se compone de aficionados que no piensan y que anteponen siempre lo individual a lo colectivo. Y no se cortan un pelo. Al final, el electorado, sorprendido y azorado, va y los vota. Sin darse cuenta de que están cometiendo un tremendo error porque no se puede estar votando a pantallitas, arponeros, cuchilleros y mentirosos. No machaquen más a esta tierra. Y sean sinceros y honestos y hablen, pero no con los puñales.

achaves@radioranilla.com