En las manifestaciones recientes del que va a ser rey de España y de las que se han hecho eco los medios de comunicación, resalta, sobre todo, una frase: "prometo defender la unidad y diversidad de España". Lo que es ni más ni menos que la base del pensamiento político federal. O sea, el federalismo acepta la diversidad para reforzar la unidad.

Ante este pronunciamiento se puede sentir hasta una convulsión intelectual o que el andamiaje de la filosofía política se tambalea cuando, aparentemente, se confunden conceptos antitéticos cual es monarquía y república. Pero si afinamos el escenario de la realidad tal cual es, nos encontramos con el escenario donde el rey, jefe del Estado, preside una república coronada y no una monarquía soberana, puesto que el poder reside en el pueblo y en todas aquellas instituciones en las que está representado.

Los tiempos y las circunstancias político-sociales corren como caballos desbocados a los que hay que dominar en cierta medida. Problemas que acucian, entre otros, y que hay que darle solución inmediata, son los territoriales tales como las exigencias de Euskadi, Cataluña y, en puertas, las de Canarias.

En un primer momento, será el federalismo por el que aboga cierta parte de la izquierda comandada por el PSOE lo que se imponga como razón política adecuada a las circunstancias actuales; no obstante, sí que sería lamentable que se recurriera a un federalismo asimétrico, lo cual daría lugar a un a lucha entre los diferentes territorios donde unos se verían favorecidos con más cotas de autogobierno que otros, lo que habría que evitar a toda costa.

Todas estas exigencias, no cabe duda, que necesitan un abordaje que conduzca hacia una reforma de la vigente Constitución, la cual no debe tener ningún tipo de trabas ni obstáculos sobreañadidos si, ante lo que se avecina, las fuerzas políticas mayoritarias en este momento caminan sobre la senda de esa idea.

Por eso digo que si el mensaje del futuro rey va por acentuar y aceptar las bases del federalismo, es que ha entendido la voz de la calle y de algunas organizaciones políticas, y siendo, como es, un rey que reina pero no gobierna sí que debe acreditarse como arbitro de una situación, la territorial, que está enquistada y que la solución federalista se hace necearía.

Y como da la sensación de que desde la monarquía se vaya por ahí y el federalismo desemboca en el republicanismo, quizás estos dos conceptos antitéticos, monarquía y república, quedan viejos y aparece esa simbiosis que de satisfacción al menos a una gran mayoría. Todo es posible y como federalismo viene del latín "foedus", que quiere decir pacto, pues en esas estamos en el espacio de los pactos necesarios.