Se debatía en el Senado, el pasado día 7, una enmienda transaccional por medio del PSOE en la que se pedía la suspensión de forma temporal de las prospecciones petrolíferas que se pudieran hacer en el Mediterráneo, y más concretamente en Baleares, así como en zonas en las que se pusiera en peligro la industria turística con la importancia que tiene, refiriéndose también a Canarias, así como una revisión de la Ley de Hidrocarburos de 1998. Esta propuesta fue apoyada por todos los grupos del Senado a excepción del PP, que impuso su mayoría a pesar de que cuatro senadores baleares votaron por la enmienda del PSOE.

Se puede entender esta ruptura de disciplina de voto de los senadores baleares del PP porque si en su tierra existe un clamor popular de ir en contra de todo aquello que rodee a las mencionadas prospecciones petrolíferas lo menos que se les puede pedir es coherencia con lo que ha decidido el Parlamento balear, que es un no al negocio del petróleo.

Hasta ahí todo esta dentro de una lógica consecuente, y es de tener en alta estima y consideración que en cuestiones de envergadura social y política donde prima el bien general se desmarque el político coherente de los intereses espurios de multinacionales, en este caso Repsol, que lo que buscan es la alta rentabilidad de su negocio, importándoles un pito el reguero de aguas chapoteadas que dejen a su paso.

Pero por parte de los senadores canarios del PP no fue así ya que, obedientes al ordeno y mando y con un argumentario más que manido, se empeñan en ir contra corriente y, sobre todo, haciendo oídos sordos a la voz de un pueblo, concretamente el de Fuerteventura y Lanzarote, que se ha manifestado masivamente en contra de las prospecciones. Pero se ve que puede más la reverencia orgánica, el que no se les catalogue de díscolos, lo que hace se ponga en entredicho su continuidad en próximos escenarios de la política y un posible inconformismo que enfade a su jefe de filas.

Esas incoherencias políticas de algunos hacen que se adopten posiciones escindidas de un partido que en un sitio, Baleares, vota que no y en otro lugar, Canarias, que sí. Factura pendiente que se tendrá que pagar por los que, como dicen, apoyan la economía adecuada para las islas, y no se percatan de que es todo lo contrario; de tal manera que lo que se inició en las islas orientales como una voz única se extenderá como un brote de fuerza y contundencia a todas las islas, y donde cada cual en los próximos comicios autonómicos y locales va a tener su fotografía perfectamente perfilada.