1.- César González-Ruano escribe en sus memorias el consejo que le dio el escritor José María Vargas Vila, que vale para todos los cronistas: "Cuide mucho de tener una leyenda. Si no tiene difamadores, haga por tenerlos. Si no tiene usted una leyenda monstruosa, horrible, no será nunca nada. Ya sabe usted ser audaz, hacer elogios crueles y meterse con los maestros. Ahora procure usted que le difamen. ¡No hay tiempo que perder!". Acabo de terminar, muy tarde, pero es que leo varios libros a la vez, "El marqués y la esvástica", que lleva como subtítulo "César-González Ruano y los judíos en el París ocupado" (Anagrama). Sus autores son Rosa Sala Rose y Plàcid García-Planas. Creo que es la segunda vez que hablo aquí de este libro. Un trabajo de investigación magnífico, aunque los biógrafos del personaje discrepen. Es muy difícil aceptar que González-Ruano fue un sinvergüenza y que su comportamiento fue el de un hombre sin moral. Un desalmado.

2.- Hablando de hombres con poca moral, ustedes saben que César fue amigo del gran pintor y falsificador tinerfeño Óscar Domínguez. Los autores agradecen a Fernando Castro Borrego, el hombre que más sabe de Óscar Domínguez, su aportación al conocimiento de este bohemio y juerguista y de sus andanzas en París. Ruano fue periodista, gran periodista, poeta, novelista, autor teatral, mantenedor de fiestas de arte, espía, estafador de judíos a muchos de los cuales delató, se incautó de sus bienes y condujo a la muerte. El falso marqués de Cagigal -un antepasado suyo fue virrey de Canarias y gran cornudo- hizo de todo con tal de sobrevivir bien.

3.- No quita esto que fuera también el gran maestro de la crónica. Su pasado turbio no le resta brillantez a su escritura; ni le quita, sino al contrario, capacidad a su endemoniada imaginación. González-Ruano dejaba deudas donde quiera que fuera, le gustaba vivir como un marqués, sin serlo, y la investigación de estos dos autores añade más inquietud a su vida. El amigo de Óscar Domínguez le dedicó a éste una necrológica, a pocos días de su muerte. Una nota cariñosa que Miguel Pardeza (Fundación Mapfre) incluyó en la antología de obituarios de César González-Ruano, un lince en el subgénero de la glosa mortuoria. Quería echar fuera algo de esto, cuando termino de leer "El marqués". A lo mejor lo que quería él era forjar su propia leyenda, para hacer caso a su admirado José María Vargas Vila. Ya saben, aquello de: "Si no tiene difamadores, haga usted por tenerlos...".

achaves@radioranilla.com