Era allá por el final de los años 40, casi diez años después de que acabase una lucha fraticida que duró nada menos que tres años y que dejó desolado al país, lucha en la que fuimos generosamente ayudados por sirios y troyanos, unos con sus aviones rusos "Ratas" y sus Brigadas Internacionales, y otros con su Lufthansa bombardeando Guernica y sus voluntarios infantes italianos en unidades propias, alguna de las cuales recibió lecciones de combate allá por Guadalajara y que hizo famosa una canción con letra adaptada a las circunstancias y que, más o menos, decía: "Guadalajara, no es Abisinia, / corre italiano que se nos echan encima. / La retirada fue tan atroz / que hubo elemento que rebasó Badajoz". También habían pasado los tiempos en que una recién instaurada UNO (entonces aún no se había castellanizado a ONU) declaraba a spaña, país agrícola y destrozado por una larga guerra, como "peligro en potencia", lo que provocó la retirada de los embajadores extranjeros acreditados en Madrid, el cierre de las fronteras y el aislamiento durante años de nuestro pobre país.

Las actividades deportivas se habían reanudado con celo quizás excesivo ante la falta de otras libertades, y, aparte del fútbol rey, se jugaba al también novato basket-ball rebautizado con éxito como "baloncesto" y se comenzaba a popularizar el tenis, limitado durante años a las pistas del Club Náutico, en la calle Méndez Núñez, donde se erigieron luego los pabellones militares, enfrente del cine RX, mientras que en la casa del doctor don Manuel Bethencourt del Río, en la calle nrique Wolfson, junto a la subida Las Mimosas, seguía con su pista única de cemento y un gran grupo de amigos que formaban el "Club de tenis Bethencourt", con personas mayores y veteranas en este deporte y un núcleo de gente joven de las que destacó pronto Salvador Lecuona, que se convirtió en campeón de Canarias durante décadas y mientras le apeteció competir. La construcción del nuevo Club Náutico trajo la buena nueva de la disposición para sus socios de nada menos que 4 pistas iniciales, con lo que se formó un verdadero núcleo de deportistas del juego del tenis, ayudando a una divulgación a la que contribuyeron los nuevos hoteles que el naciente y vigoroso turismo imponía, todos ellos con sus pistas de tenis.

Por aquellos años se generalizó la visita deportiva que a Santa Cruz y al Club Náutico hacía el Club de Tenis Turó de Barcelona, cuna casi de este deporte en nuestro país en el aspecto competitivo con otras entidades y de donde salían con regularidad campeones de spaña, tanto masculinos como femeninos. Las visitas del Club Turó se complementaba con la de jugadores de Las Palmas del Club Metropole, donde la campeona femenina era una chica rusa de nombre Gaby casada con un chico de Las Palmas del que solo me acuerdo que le llamaban JuanFi. Jugadores que se unían a los del Turó para hacer de aquellos encuentros verdaderos campeonatos, en cuyo desarrollo y organización participaban jugadores jóvenes como Salvador Lecuona, o mayores como rnesto Haffner, un malagueño que cayó por nuestra tierra como tantos otros antes, ahora y siempre, y aquí se quedó para ser un canario más. Un gran aficionado de aquellos tiempos era el luego notario, siempre amigo y recientemente fallecido Marcos Guimerá, del que recuerdo una mañana de competición con los del Turó que se acercó a un grupo que estábamos en bañador en la piscina para anunciarnos alborozado: "¡Haffner ha vencido a Barril! ¡Haffner ha vencido a Barril!", que entonces era una de las primeras figuras de spaña.

La parte femenina de aquel núcleo de deportistas era francamente escasa, y en el aspecto competitivo casi se reducía a las componentes del Bethencourt, entre las que destacaba Dolly Thomas, la mujer de don Manuel Bethencourt, y jovencitas entonces como Nena Cañadas, Pily Sobrón o Mercedes Keating, con las que había que contar para los single, los dobles y los mixtos. n uno de aquellos encuentros, recuerda siempre mi mujer, Nena que, aparte de enfrentarse siempre a Gaby como representante de Las Palmas, una vez le tocó en mixtos jugar un partido donde el rival masculino era nada menos que el marqués de La Florida, que jugaba por Las Palmas, figura de carácter nacional en todos los aspectos, y también en el deportivo donde fue, por ejemplo, durante varias temporadas, presidente del Atlético de Madrid Club de Fútbol. Y nunca se le ha olvidado que, como es natural, en los mixtos la parte débil suele ser la femenina y ella se quejaba del excesivo celo que ponía el marqués en cargar el juego sobre ella como su oponente femenino, algo que ella nunca ha olvidado. Por las vueltas que da la vida, cuando llegamos destinados a Madrid en el 61 fuimos a vivir a una casa pegada a la que ocupaban los marqueses de La Florida en la entonces calle General Sanjurjo, esquina a Fernández de la Hoz, vivienda unifamiliar, creo recordar.

Por aquellos años a los que me refería al comienzo, entre los jugadores que solían participar en las competiciones del Club Náutico y el Turó, también acudían, como invitados, algunos jugadores extranjeros que se encontraban en spaña y uno de ellos fue el excampeón italiano Romanoni, que al ver el juego desarrollado por Nena Cañadas no dudó en declarar que tenía "el mejor revés de Canarias". Hace cuatro años me publicó este diario un comentario relativo a mi mujer que iba a ser operada y que con "passing-shot" resolvió el problema. Ahora se encuentra de nuevo en similar tesitura y todos confiamos en que la que fuera durante años "el mejor revés de Canarias" sepa resolver la situación con alguna de sus geniales jugadas y la ayuda del Señor, en cuya manos estamos todos.