Aunque hoy es Domingo de Resurrección, haré lo que me enseñaron mis mayores: "No se debe hablar de política ni de religión en una reunión". Por eso, hoy seré disciplinado y no lo haré. Después de Navidad la Semana Santa es un oasis en el calendario. Para todos. En ese sur no cabe un alma. Y la parte del cuerpo más bronceada es la palma de la mano de tanto saludar en los paseos. Allí estábamos todos. Ese descanso en forma de días inhábiles para las actuaciones judiciales -no criminales- se agradece y mucho.

Lo peor de la crisis no sé si ha pasado, yo pienso más que nos hemos adaptado. Canarias está en el pelotón de cabeza de las comunidades más pobres del Reino. Es algo para reflexionar y mucho. No se trata de estadísticas ni de números. Es la realidad. Aparentemente hay signos de recuperación económica en el resto del Reino, pero aquí no. Somos de las primeras en retroceso y las políticas de progreso están alejadas de la realidad. Sabemos el problema pero no la solución.

Pero se necesita alguna que otra fuente de gratificación para seguir adelante y reconforta oír a empresarios hablar de las nuevas contrataciones y como han aumentado esta temporada. Uno de esos contratos ha sido el de Luis. Ya tiene un trabajo. Cuatro años sin que nadie se fije en sus cualidades. Hasta hace dos viernes. Ese día dejo de pertenecer a las listas de desempleados para formar parte de un equipo en un centro hotelero del Sur. Bendito turismo y días de sol.

Para la gran mayoría de nosotros, el empleo supone una fuente de seguridad en todos los aspectos. Es la forma de conseguir el sustento diario en los tiempos que corren -no conozco otra forma lícita-. Luis se pasó 24 años poniendo fichas en un casino, pero un ERE lo dejó en la cuneta e inservible -laboralmente hablando-. Luis no ha bajado la guardia ni un solo día. Dos hijos, hipoteca y esposa. Cualificado en todos los sentidos. "Las Vegas queda muy lejos", me decía.

Escribo hoy de Luis, de los casinos y también de la Fiscalía Anticorrupción. Porque en estos días he leído algo sobre casinos, fiscalía y anticorrupción. Así las cosas me gusta saber que también el Ministerio Público esta semana se ha remangado las puñetas proponiendo que se modifique la ley -Código Penal- y se considere delito el enriquecimiento injustificado de funcionarios y cargos públicos. Que se encajaría dentro del cohecho. Casi nada. De ahí que hayan solicitado que se asuma lo que establece el articulo 20 de la Convención de Naciones Unidas sobre corrupción -de la que es parte este reino y si tienen oportunidad lean el preámbulo-, que oscila entre la preocupación, el convencimiento y la decisión. Por hoy nos basta el artículo 20 que se refiere al enriquecimiento ilícito y reza: "Con sujeción a su constitución y a los principios fundamentales de su ordenamiento jurídico, cada Estado parte -este lo es- considerará la posibilidad de adoptar las medidas legislativas y de otra índole que sean necesarias para tipificar como delito, cuando se cometa intencionalmente, el enriquecimiento ilícito, es decir, el incremento significativo del patrimonio de un funcionario público respecto de sus ingresos legítimos que no pueda ser razonablemente justificado por él". Leyéndolo me viene a la cabeza infinidad de ejemplos que por prudencia no dejo escritos ahora. No sé si la propuesta es un acto de preparación para lo que se avecina, visto, leído y analizado los últimos casos que están aflorando y para cuando se resuelvan el tiempo se ha encargado de desvelar una vez más la ineficacia del sistema judicial actual. Aún así, hay que plantearse las posturas sobre la constitucionalidad de este articulo 20 y su encaje en nuestro Código Penal.

Los contribuyentes del Reino reclaman que se persiga la corrupción con mayor contundencia. Aunque lo fundamental es la voluntad de hacerlo y cumplirlo. ¿A quien le interesa?

@inurriaabogado