No podemos negar nuestro desconsuelo, como canarios colonizados, ante el decidido e imparable avance del pueblo catalán hacia su independencia. Una a una van cayendo en la nada las advertencias y hasta las amenazas del Gobierno de España, que, como es lógico, se opone al proceso emancipador de esta nación con el mismo descaro con el que perpetúa su dominación sobre Canarias. Parece que ya no está tan clara una larga exclusión de Cataluña de la UE si se independiza. No obstante, como es lógico, los políticos de Madrid insisten en lo contrario.

Mientras los catalanes y los vascos avanzan a pasos agigantados, como decimos, hacia su emancipación nacional, en Canarias continuamos narcotizados. No reaccionamos frente a los abusos coloniales porque los falsos nacionalistas de CC inhiben cualquier reacción del pueblo. No nos referimos, lo reiteramos un día más, a una reacción violenta, porque somos contrarios a la violencia. Hablamos de la necesidad de salir a la calle para expresar nuestro descontento. Si los sindicatos se manifiestan con pititos y banderitas por cualquier cosa, ¿a cuenta de qué hemos de seguir de brazos cruzados ante la amarga situación que vivimos?

Amarga y desesperada existencia para miles de familias canarias que dejan indolente a Paulino Rivero, a su esposa, la señora Mena, y a los políticos que merodean alrededor de ellos preocupados solo de sus prebendas. Paulino Rivero es cómplice de quienes nos sojuzgan. Como presidente del Gobierno autonómico es el gran responsable, junto al colonialismo, de la miseria que se ha apoderado de unas islas antes afortunadas y hoy profundamente desgraciadas porque profundo, muy hondo y profundo, es el pozo negro al que hemos caído por su culpa. Es un crimen político que Rivero siga al frente de un archipiélago en el que viven más de dos millones de ciudadanos. Nada tenemos contra él como persona. En cambio, como gobernante es tan nefasto como Ángela Mena, declarada incompetente por la oposición en el Ayuntamiento de Santa Cruz. Rivero debería ser declarado igualmente incompetente en el primer pleno del Parlamento de Canarias al que asista. Sería una buena acción de la Cámara legislativa declarar que estas Islas están mal, y van camino de estar peor, porque carecen de dirección efectiva. No ha habido un político más incapaz que Rivero en toda la historia de Canarias.

Un día más decimos que se nos ponen los pelos de punta cuando oímos hablar de sus intenciones de perpetuarse en el cargo. ¿Será capaz, después de lo que ha hecho, de volverse a presentar como candidato de su partido a la presidencia regional? ¿Serán capaces los responsables de CC de permitirlo, aun a sabiendas de que eso supondría la desaparición de este partido? ¿Serán capaces los auténticos nacionalistas de CC de seguir callados por miedo a Rivero y a la señora Mena?

Ahí tenemos otra noticia que corrobora cuanto decimos acerca de lo mucho que nos supone, negativamente hablando, seguir colonizados por España. Considera la consejera de Empleo del Gobierno de Canarias, Francisca Luengo -persona de nefasto recuerdo para nosotros pues reprobó a EL DÍA en el Parlamento regional-, que el Ejecutivo estatal reducirá de nuevo la partida destinada a políticas activas de empleo. Los 76 millones del año pasado quedarán reducidos, posiblemente, a solo 69 en el presente Ejercicio. Da igual que sea una cantidad u otra: en ambos casos se trata de una limosna. Apenas unas migas de lo mucho que se lleva España de esta tierra canaria. ¿Dónde están los políticos de CC? ¿Por qué no exigen el fin del expolio?

No hacen nada porque nada bueno se puede esperar de Paulino Rivero como político y como gobernante. Por su culpa tenemos que publicar noticias como la aparecida ayer en nuestra primera página sobre unas familias "okupas" a las que un juez autoriza a seguir en las viviendas en las que se han instalado ilegalmente. Hay okupas porque la gente no puede pagar un alquiler. No puede pagarlo porque hay miles y miles de isleños arruinados por culpa del colonialismo y de Rivero. No estamos de acuerdo con que se ocupen inmuebles contra los derechos de sus propietarios, pero no podemos pasar por alto la realidad de que son muchísimos los canarios que están en la pobreza. Miles de ellos deben acudir diariamente a las instituciones de beneficencia para comer. No son estas las Islas que quería José Rodríguez ni que deseamos nosotros, entusiastas continuadores de su obra.