Reconozco que se me escapa el porqué Mariano Rajoy se ha empeñado en no desvelar el nombre del cabeza de lista de su partido a las elecciones europeas. Si ya de por sí chirría que sean los jefes los que deciden quienes van en las listas, más aún cuando el jefe de turno, como en este caso Rajoy, se empeña en no desvelar quién es el elegido como si de un secreto de Estado se tratara.

En mayo se celebran las elecciones y estamos a mediados de marzo, o sea que no falta tanto para la cita electoral y el hecho de que los ciudadanos no sepamos quién será el cabeza de lista del PP provoca todo tipo de especulaciones.

En filas populares las explicaciones son para todos los gustos. Hay quien asegura que, como el elegido será el ministro de Agricultura, Rajoy prefiere aguardar hasta el último momento para no adelantar el reajuste del Gobierno y sobre todo para no dar lugar a movimientos internos. Otros señalan que no hay ninguna razón de peso detrás de su silencio, simplemente que él es así, tiene su propia medida del tiempo a la hora de hacer política. También están los que auguran una sorpresa, por ejemplo que además de Arias Cañete lo mismo envía a Europa a dos o tres ministros más.

Puestos a especular los hay que aseguran que lo que no está por la labor es de enfrascarse ya en una campaña electoral, que todo su empeño continua estando en la economía.

Vaya usted a saber por qué el presidente se ha empecinado en este silencio, el caso es que hasta principios de abril no desvelará el nombre del candidato lo que supondrá dar pábulo a todo tipo de especulaciones y quinielas.

En cualquier caso estas no van a ser unas elecciones más. El auge de partidos de extrema derecha en Europa hace temer que muchos de estos partidos pueden obtener escaños en el Parlamento Europeo, y a eso hay que añadir que muchos de los electores tradicionales, los que reparten sus votos entre socialdemócratas y conservadores enfadados por como se ha gestionado la crisis desde la UE pueden optar por la abstención. De manera que esta campaña electoral no es una campaña más porque buena parte del futuro de Europa se juega en la composición del próximo Parlamento Europeo por más que esta institución aún no tenga un poder efectivo.

Desde luego lo que sería deseable es que quienes van a competir por ir al Parlamento Europeo tengan a bien hablarnos de Europa y de su futuro. Hasta ahora la candidata socialista Elena Valenciano "mitinea" más sobre los problemas internos españoles que sobre los problemas europeos. El resto de los partidos que ya tienen candidatos tampoco es que estén dando el "do" de pecho por plantear un debate sobre qué Europa tenemos, qué Europa queremos y qué piensan hacer.

La crisis económica ha puesto en evidencia que la Unión Europea está gobernada por Alemania. La Comisión no ha sido capaz de dar un paso que no fuera aprobado de antemano por la señora Merkel, y que todos los comisarios estaban en primer tiempo de saludo ante la poderosa Alemania. De manera que los ciudadanos europeos sin haber votado a Merkel hemos tenido que asumir y aguantarnos con las recetas de la canciller para afrontar la crisis, y como resultado de esa política hoy hay más euroescépticos, amen de que la brecha entre norte y sur se ha agrandado. Entre otras cosas porque Alemania se ha empeñado en tratar a los países del sur como si fuéramos de segunda división.

De manera que si queremos que algo cambie en Europa estas elecciones del próximo mes de mayo son un instrumento para intentarlo a través de nuestros votos. Por eso no comprendo por qué los partidos que concurren parecen plantearse estos comicios en clave interna o pasando de puntillas sobre los problemas comunes de los europeos.

Pero a lo que vamos, cuanto menos resulta chocante el empecinamiento de Mariano Rajoy en guardar el secreto del nombre de su candidato. Deberíamos de poder saber no sólo quién es si no qué propone para la UE. Claro que a lo mejor aún están pensando en qué se les ocurre proponer además de ponerse a las ordenes de la canciller Merkel. A lo mejor ése es el quid de la cuestión, que aún no se les ha ocurrido nada. La solución en los primeros días de abril. La cosa tiene guasa.