1.- Había un programa en la Televisión Española en Canarias, en blanco y negro, realizado por Mariano Martín, que se llamaba "Ayer y hoy". El programa recuperaba a un personaje que hubiera sido famoso en otro tiempo y revelaba lo que estaba haciendo hoy. A mí me tocó entrevistar a la persona más entrañable que hubiera podido encontrar, Alicia Navarro Cambronero. Ella fue nuestra primera Miss Europa, creo que en 1935, título que consiguió en el balneario de Torquay; posteriormente fue invitada a tomar el té en Buckinham Palace por la reina Mary. Una mujer de bandera que con casi setenta años paseaba conmigo por la calle del Castillo y la gente se quedaba parada, mirándola. Bueno, el director de la tele era Eduardo Autrán Arias-Salgado. Yo entrevistaba a Alicia, en directo, y comienza la gente a llamar al estudio, llorando, en el momento que me quito una medalla de la Virgen de Candelaria, se la entrego a Alicia y ella me abraza, muy emocionada, diciendo que le recuerdo mucho a su hijo, que hace cierto tiempo que no lo ve.

2.- Yo tenía veinte y pocos años. En esto que Mariano me ordena parar, a través de uno de los cámaras (antes no había pinganillos) porque se había cumplido el tiempo; y yo cierro. Pero he aquí que aparece por el cristal del estudio, como un poseso, Eduardo Autrán, haciéndome señas con la mano de que siguiera, que siguiera. La centralita se había colapsado, mucha gente había ido a televisión a conocer y a saludar a un mito. Y en medio estaba yo, recibiendo órdenes contradictorias. Total que despedí a Alicia. Eduardo casi me mata, Mariano Martín, desorientado, no sabía que hacer y Autrán le ordena al realizador que arrancara otra vez la entrevista. Y he aquí que Alicia y yo regresamos al plató y estuvimos hablando casi otra hora, hasta que ambos acabamos exhaustos.

3.- Qué noche la de aquel día. Tras el programa recuerdo que Alicia y yo fuimos a la casa de un amigo, en La Laguna, no recuerdo el nombre. Una persona muy conocida, que tenía una hija encantadora. Si me lee, que me ponga un mail, por favor, a ver si logro reconstruir aquella noche. Nos reciben con champán, con aplausos, en fin, con mucho cariño. Alicia y yo nos hicimos muy amigos. Y nos escribimos después algunas cartas, que he perdido. Ya aparecerán. Con aquel traje negro, parecía una diosa.

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