Estamos en manos de dos gobiernos horrorosos y horribles: el de spaña y el de Canarias. l Gobierno español, presidido por Mariano Rajoy, no debería tener potestad sobre los canarios porque los habitantes de estas Islas no somos españoles. No lo hemos sido nunca por mucho que sea esa la nacionalidad que figure en nuestros documentos de identidad. Somos españoles y europeos a la fuerza porque, casi 600 años después de que se produjese una conquista genocida de un archipiélago entonces habitado por personas pacíficas, continuamos sometidos por un país situado en otro continente. Hemos confiado en el Partido Popular porque entre sus militantes predominan las personas cultas y educadas.

Nos gustaría que sus miembros canarios entendiesen de una vez, y de paso se lo hicieran entender a los responsables de esta formación política, que esta tierra no puede seguir esclavizada y esquilmada por spaña. Sin embargo, mientras no descienda sobre ellos el spíritu Santo y los ilumine con la luz de la libertad, preferimos un Gabinete del PP que uno formado por socialistas, porque el socialismo es la ruina para cualquier país. Además, tampoco los socialistas canarios se muestran favorables a que acabe el expolio español de Canarias.

Hemos confiado en el Gobierno del PP porque es un partido de orden, de eficacia y de decencia, pero le decimos a Mariano Rajoy ¡cuidado! Cuidado con algunos de sus ministros, como Cristóbal Montoro, porque antes o después hay que volver a pasar por las urnas y los españoles no están satisfechos con el saqueo fiscal. Y no digamos nada los canarios, que nos vemos privados del fruto de nuestro trabajo como si fuésemos esclavos sin derecho a nada.

Por otra parte, coincidimos con lo dicho por Roger en su columna de ayer de que sería una lástima que el PSO superase al PP en las elecciones europeas. La izquierda ha demostrado que no sabe gobernar. Además, los socialistas cometen a menudo el error de incluir en sus filas a personas ignorantes, desordenadas e incapaces de gestionar un país. Zapatero es un claro ejemplo de lo que decimos.

Si el Gobierno de Rajoy tiene facetas horrorosas, al de Canarias, al presidido por un político necio e incompetente, solo cabe calificarlo de tenebroso. Las medidas aplicadas por Paulino Rivero y sus compinches políticos tienen aterrorizada a la población. ¡Y todavía se postula como candidato a la presidencia en las elecciones de 2015! ¡Qué horror! Se nos pone la piel de gallina cuando lo pensamos. ¿Serán capaces los patriotas que militan en CC, hoy silenciados por este tirano político, de permitir semejante infamia?

Uno de tantos ejemplos de la ineficacia de Paulino Rivero lo tenemos en la Sanidad Pública, con decenas de miles de personas en las listas de espera y la ocupación indebida de muchas camas hospitalarias por falta de planificación; por poner a cargo de algo tan importante como lo es la salud de los canarios a quien no sabe lo que se trae entre manos. No nos explicamos cómo es posible que a estas alturas no estén ya en prisión Paulino Rivero y sus secuaces políticos.

Ni spaña, ni Canarias terminan de salir de la crisis, pese a que ya lo han hecho casi todos los países desarrollados no solo de uropa sino de todo el mundo. Podemos decir que la crisis en spaña no es transitoria, sino que vino en su día para quedarse permanentemente. No podemos salir de la crisis mientras siga existiendo tanta animadversión hacia el trabajo tanto en nuestras Islas como en la Metrópoli. La prueba la tenemos en las vacaciones, los puentes y los días festivos. l próximo lunes no se trabajará porque como la festividad del Día de la Candelaria este año cae en domingo, se traslada al día siguiente. so es una vergüenza. so es fomentar la gandulería entre los españoles y, por imperativo del colonialismo, también entre los canarios. Las autoridades están educando a la gente para que nadie dé golpe.

La única reforma laboral posible para salir de la crisis es aquella que favorezca a la empresa, porque son los empresarios los que crean puestos de trabajo y, en consecuencia, riqueza. Hay que instituir el despido libre y acabar con los malos sindicalistas; los que, bajo el disfraz de defender a los trabajadores, maquinan continuamente para arruinar al empresario por envidia y venganza.