Nada menos que 50.000 empleos cada año. Esa es la cuota anual de puestos de trabajo que debe generar la economía canaria de aquí a 2020 para alcanzar el nivel de empleo que considera indispensable el presidente del Gobierno regional. La pregunta es la misma de siempre: ¿de dónde? De dónde, si con más de diez millones de turistas en 2013 seguimos con 350.000 desempleados, parado más, parado menos. Fuera del sector turístico, y estacionado durante largo tiempo el sector de la construcción -que nunca retornará a sus niveles de antaño por mucho que algunos se empeñen en volver a hinchar, aunque sea un poquito, la burbuja del ladrillo-, ¿qué nos queda? Había consumo porque los operarios de las obras no sabían en qué gastar lo mucho que estuvieron cobrando durante años. Con la construcción, el turismo y el consumo la gente ganó dinero -unos más que otros- y también gastó a mansalva en bienes que debíamos importar. Además, en la mayoría de los casos pidiendo créditos que ahora, con el bolsillo vacío, debemos devolver. En definitiva, ¿qué vamos a hacer para agenciarnos esos 300.000 empleos? Y ello con la salvedad añadida de que en el caso de conseguirlos todavía nos quedarían algo así como 50.000 demandantes de empleo -si no más- por estos alrededores.

Añade Paulino Rivero que en el pasado no medimos que la construcción era una actividad coyuntural. o lo mediría él y políticos igual de insensatos que él. Muchos sí lo dijimos, y ahí están las hemerotecas para demostrarlo. Y si hubo políticos, que los hubo, capaces de atisbar el desastre que se avecinaba pero no hicieron nada porque a ellos no les iba mal en ese momento, habría que cambiar el adjetivo de insensatos por otro mucho más fuerte. Todavía recuerdo lo que me dijo cierto concejal del Sur de Tenerife un día que me dejé caer por determinada universidad de verano porque me habían encargado una conferencia: "esto se paga con dos licencias de obra". Me gustaría preguntarle con qué pagan ahora los ayuntamientos no unos servicios sociales a veces desmesurados -hay que ayudar a quien realmente lo necesita porque no puede salir adelante con sus propios medios, no a todo el que pide una ayuda por la cara-, unas asesorías propias del ala oeste de la Casa Blanca e innumerables prebendas por aquí y por allá, además de sueldo para casi todos los ediles. Ay.

Mejor será que dejemos a un lado las quimeras y nos vayamos acostumbrando a vivir con lo que tenemos. Lo que tenemos es el turismo y las actividades auxiliares que se mueven alrededor de este sector. ada más. Ayer mismo me contaba alguien el caso de un desempleado que después de cuatro años sin trabajo ha encontrado ocupación como jardinero en un hotel. Está dando saltos de alegría. Hace cuatro años, cuando perdió su empleo, no hubiera aceptado ese puesto ni a punta de pistola. Entonces éramos tan finos que para esas tareas importábamos mano de obra foránea. Personas que, llegadas las vacas flacas, no quieren irse porque, entre otras consideraciones humanas, tienen todo el derecho del mundo a quedarse.

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