1.- Sin darnos cuenta, estamos en Navidad. Ustedes, incluso, habrán saboreado las mieles del Gordo. Yo soy un elemento desafortunado en la lotería, debe ser que la Providencia me compensa por otro lado. Pero este año, con el tráfago de la vida cotidiana, a mí la Navidad me ha caído encima de sopetón. Mañana, Nochebuena; pasado, Navidad. Joder, no me ha dado tiempo de asimilarlas. Además, he salido a la calle un par de veces, más que nada he dado vueltas con la moto, y no veo a nadie conocido. Están llenos los grandes centros comerciales, pero vacía la ciudad. Hay cruceros en los muelles, pero a los pasajeros se los llevan por ahí, al teleférico y eso. He salido a buscar esa guía del Teide que anuncian y no la he encontrado. Ni siquiera estaba en la librería de Los Rodeos. La única señal de la Navidad que veo nítida son los pasteles que me regala mi amiga y que me ponen el azúcar a mil.

2.- Yo creo que estas fiestas, con la crisis que no cesa, se han debilitado. Están bonitas las tiendas, es pobre la iluminación de los pueblos y de las ciudades. Es ridícula la del Puerto de la Cruz, bonita la de La Orotava. El alcalde Linares brinda a los periodistas de ese Norte; y Milagros, la alcaldesa de Santa Úrsula, me despacha con una bolsa de rosquetes del Aderno y una botella de vino de Lanzarote. Qué raro: Bermúdez no me ha llamado para felicitarme las pascuas; pienso que los políticos creen que me he muerto. Y a lo mejor es verdad. Me palpo y no siento nada.

3.- Yo creo que ha huido todo el mundo, incluso Antonio Alarcó, que debe estar en Lanzarote invernando en su finca de La Geria. No me ha llamado Dimas para darme material para el libro que quiere dictar, a lo mejor ha cambiado de opinión. Mi teléfono enmudece por estas fechas. Ni siquiera me han mandado la agenda de Cajasiete, con lo que yo quiero y promociono a Cajasiete. Ya nadie reparte cestas. Cuando yo era presidente de los periodistas les mandaba a todos una por Navidad, que preparaba mi amigo y compañero de fatigas Inocencio Martín. Ni siquiera sé dónde coño se ha metido Inocencio. ¿Ven? La Navidad ha llegado tan de repente que no la asimilo; me entullan los acontecimientos, me sobrepasan, me perturban. Pues paz en la tierra a todos los hombres (y mujeres, claro) de buena voluntad, que se decía antes. Y eso.

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