La primera Constitución española fue el Estatuto de Bayona, cuando era rey de España el hermano de Napoleón, José I, conocido por Pepe Botella, dada su afición al alcohol. De ahí hasta hoy ha habido siete más. a más prometedora fue aquella que consideraba a las partes integrantes del Estado español como Estados, lo que significaba una Constitución totalmente confederal dado que se conceptualizaba el Estado de Puerto Rico, el de Cuba o el de Canarias. Si esta Constitución, que tuvo corta vida, se hubiese mantenido en el tiempo, hubiese sido la mejor referencia para solucionar los problemas que ahora se suscitan y que tienen a los gobiernos de turno atascados al no saber qué hacer con territorios que están bajo la batuta del Gobierno central.

a actual está envejecida, porque la mitad de los que hoy viven en el territorio español no la han votado y los tiempos desde la Transición hasta ahora han cambiado, pero no el texto, que no aporta soluciones. Con lo cual ir por el camino de la reforma constitucional es necesario, y para ello habrá que contar con una amplia mayoría. Y esto o se consensua y se refuerzan las partes débiles que sostienen su viejo andamiaje o lo imprevisto estará presto a actuar en cualquier momento, cogiendo a los responsables con el paso cambiado

Cuando se debatían con los nacionalistas (los canarios no tomaron parte alguna, metiéndonos por la puerta del 143) conceptos tales como "nación" y "autodeterminación" fueron algunas de las trabas que no se pudieron desarrollar y menos definir, y se atenuó con aquello de "nacionalidades" para los que exigían mayores prebendas políticas, Euskadi y Cataluña; término este de nacionalidad razonado por Julián Marías, llegando a la conclusión de que su ambigüedad era tal que no conducía a ninguna parte. No decía ni aclaraba nada.

Y en lo que respecta a la autodeterminación este concepto fue evitado desde el principio por Roca i Junyent, que según cuenta Solé Tura en ese momento candente de la discusión se ausentó de la sala porque tenía necesidad de hacer aguas menores, apareciendo lo de hoy, o sea que no exista este derecho, aun siendo reconocido por el Estado español ante las Naciones Unidas en diciembre de 1966.

Después de 35 años, la Constitución está desvencijada, dificulta la convivencia de los pueblos, por lo que se acomete una segunda transición donde no hay, como en la primera, ruido de sables y revoloteo de sotanas, o el tiempo será testigo de la incapacidad de aquellos que deberían de ejercer esa responsabilidad y se durmieron en los laureles de victorias fallidas.