La mentira funciona alguna que otra vez como solución a las dificultades que se presentan a los gobiernos. Con la mentira, que está demonizada y es un valor de descrédito, alguna que otra vez se consigue el objetivo hacia el cual se pretende llegar. Y el fundamento que hace que esto sea así es que la mejor arma para luchar contra el embuste es anteponerle otro embuste aún más enrevesado porque en esa maraña de despropósitos, de palabras huecas, de frases que no dicen y de voluntarismos que solo conducen al desahucio personal o colectivo la mentira funciona y es conseguidora.

Pero tal vez esto sea la excepción, puesto que lo que se evidencia en las grandes decisiones que se tienen que adoptar y no se adoptan es que la mentira actúa como trampa. Como trampa que se pone a los que han creído en propuestas, a los que han apoyado los arrojos de los candidatos que en sus mítines y alegatos enardecidos intentaban convencer a medio mundo y más.

Que eran los héroes, y que con ellos llegaría el bienestar secuestrado por los anteriores. Y, sobre todo, que gracias a ellos, a su conocimiento de la realidad, a su disposición personal, lograrían que lo que permanecía escondido se sacaría a la luz, se le quitaría el polvo y aparecería resplandeciente , pleno de vitalidad para que, impulsado por la fuerza de su decisión, se aclarase el panorama.

No dijeron, ni ahora ni nunca, que se estaba urdiendo una trampa desde la mentira que se estaba alimentado con sus desperdicios intelectualoides, y que las esperanzas se diluyeron en el espacio más corto de tiempo previsto.

Se estaba manejando a medio mundo con los artilugios de la desfachatez, desde el desconocimiento de sus debilidades y de sus frustraciones, no solo políticas y personales, que escondían en lo ropajes andrajosos del embuste.

a mentira, a lo largo de la historia, no del pensamiento político sino del malabarismo, ha funcionado como trampa. Pero sucede que es una trampa que cuando los alaridos se oyen en medio mundo, y cuando la sangre apenas circula por la venas y arterias, ya poco o nada se puede hacer sino que el grito queda ahí como retumbo universal de esa gran mentira que desde las altas tramoyas del poder se fabrica y piensan que son unos héroes pero de la desfachatez del escarnio y del vituperio.

Con esos remos han remado, pero ya estos se han quebrado en sus esfuerzos vanos por enderezar rumbos. Y no se han enterado porque han caído en la trampa de sus propias mentiras.