El otro día leí que una de las empresas que la Guardia civil considera tapaderas del conseguidor de los ERES, Juan Lanzas, obtenía hasta un 300% de margen de beneficios organizando cursos de formación de UGT. La dinámica estaba muy planificada y era la siguiente: la Junta de Andalucía concedía ayudas a UGT para celebrar cursos de formación y el sindicato contrataba las actividades con la empresa Planificación, Cooperación y Desarrollo (PCD). Esta contrataba al personal docente, pero subcontrataba las actividades con academias que eran las que aportaban las instalaciones y la maquinaria necesaria. Cuando PCD facturaba sus servicios el coste de las actividades docentes se inflaban entre 200 y 300 por ciento sobre el importe original. Es decir, la Junta de Andalucía pagaba sobrecostes mucho mayores, pero el destino de ese dinero está por investigar. ¿Eran beneficios de PCD o esas comisiones abultadas se desviaban a terceros? Todo parece indicar que lo segundo, y además esta constatado que UGT solía engordar el coste final un 15 por ciento más ante la Junta.

El bocado era suculento y más allá de que haya dimitido el responsable de UGT de Andalucía, este tipo de prácticas hay que investigarlas hasta el final caiga quien caiga. También se ha publicado que las irregulares económicas del sindicato UGT no se han limitado a Andalucía, y al parecer en Madrid se utilizó, igualmente, el método de las facturas manipuladas.

Produce verdadero sonrojo y vergüenza ajena leer, en primera persona, los argumentos que utilizo el líder ugetista andaluz para enrocarse en el cargo, en una asamblea de delegados celebrada a puerta cerrada. "Si metemos esa factura en actividad sindical en vez de en negociación colectiva no habría ningún problema", señaló refiriéndose a las facturas de la Feria ¿Nos hacemos el harakiri por dos facturas que hicimos mal? ¿Por 25.000€ muy mal imputados?". Afortunadamente, en ese encuentro alguien mantuvo la dignidad y fue una de las delegadas, Carmen García Jurado, la que le tuvo que decirle que todo no es justificable: "En la calle queda que somos una organización de sinvergüenzas, corruptos y chupopteros" dijo. Precisamente por eso, porque todo no es justificable y porque efectivamente en la calle UGT está quedando con una organización de chupopteros y corruptos, Cándido Méndez tiene que ser mucho más contundente en sus argumentos. Conozco al líder de UGT desde hace muchísimos años y tengo de él una gran opinión personal. Es una persona honesta, y austera, que detesta el lujo y el boato. Sé perfectamente cómo luchó en su día por quitar de su organización la mancha que supuso el escándalo de PSV. El asunto, que estalló en época de Nicolás Redondo, puso al sindicato al borde del abismo y la llegada de Méndez se entendió como un incentivo para limpiar el buen nombre de la organización sindical. Ahora el fraude de las facturas falsas y la posible financiación ilegal del sindicato que le tiene en el punto de mira, puede ser otra prueba de fuego donde debería primar preservar el buen nombre y la limpieza de esas siglas y lo que representan, antes que mantener a sus dirigentes por importantes que sean. Por eso no puede desparcharse como una cosa menor o afirmando, sin más, que se trata de "una campaña de desprestigio político-mediática". No es cierto. Si se tratara sólo de eso se metería en el mismo saco a CCOO y nadie lo esta haciendo, ni se esta cuestionando la figura de Toxo.

Cándido Méndez lleva 19 años en el cargo y acaba de ser reelegido para un nuevo mandato, aunque sus sucesores ya tendrán una limitación aprobada en su último congreso. No sería justo que se marchara con indignidad ni que saliera por la puerta de atrás, y por eso debería ser él quien diera a este asunto prioridad y máxima transparencia.