Acabo de enterarme, gracias a un reportaje publicado en este periódico por el apreciado colega Domingo Barbuzano, de que hay una nueva asignatura escolar llamada acuaponia. Explica Barbuzano que los alumnos de primaria de los colegios de San Matías y Montaña Pacho se han preparado "con el asesoramiento experto" de la Fundación Neotrópico para encargarse de un proyecto pionero en España: la acuaponia urbana. Una técnica sostenible de producción de plantas y peces que combina la acuicultura tradicional y la hidroponía en un medio simbiótico que permite la producción simultánea de peces, plantas acuáticas, lombrices y cultivos ecológicos.

Perdona Domingo que no siga transcribiendo tu interesante texto -te felicito por lo muy comprensible que resulta su lectura-, pero hay cosas que me superan. No el trabajo del periodista en sí que en este caso, insisto, es excelente, sino el contenido intrínseco de la información. Porque vamos a ver: ¿no siguen estando los alumnos españoles a la cola de conocimientos esenciales como lo son las matemáticas y la comprensión de textos en todos, absolutamente en todos, los estudios internacionales a que son sometidos para evaluar su "excelencia"? Lo están. Más aún: los alumnos canarios están a la cola, o casi, de los españoles, que ya es decir.

mí me parece bien que al piberío se le enseñe en la escuela no solo a criar peces y lombrices, sino también, llegado el caso, a conseguir in vitro una subespecie de hormigas amarillas propensas a subir el Kilimanjaro caminando hacia atrás. Cualquier cosa puede ser sumamente interesante a poco que nos lo propongamos. Por ejemplo, el sistema que está perfeccionando un adolescente gringo de 15 años para la detección precoz del cáncer de páncreas; uno de los más letales precisamente por su carencia inicial de síntomas. Uno puede investigar lo que quiera. sunto distinto es la rentabilidad de esa investigación. lgo que no solo obvian determinados profesores de primaria deseosos de innovar aunque sea dando palos de ciego, sino también investigadores profesionales que se rasgan las vestiduras ante los recortes sin pararse a pensar ni un minuto, acaso porque no les conviene hacerlo, si su trabajo es esencial o superfluo en tiempos de escasez como los actuales. demás, ¿saben esos niños futuros expertos en acuaponia todas las matemáticas, toda la historia, toda la lengua española -amén de inglesa, francesa, alemana o rusa-, toda la geografía y todas las ciencias naturales que deberían saber a su edad? Tengo la sensación de que no. Me gustaría conocer cuántos de ellos son capaces de citar media docena de países europeos con sus respectivas capitales o al menos, para no ponernos tan en plan abusador, una decena de comunidades autónomas españolas. Cierto que la memoria ya no está de moda. Existiendo Google y la Wikipedia, ¿a cuenta de qué perder el tiempo aprendiendo cosas? Lo malo es que tampoco hay muchos capaces de multiplicar, y no digamos dividir, un par de números con algunas cifras decimales. Menos mal que saldrán de la escuela sabiendo combinar la acuicultura con la hidroponía. Ya puestos, que les enseñen también a mezclar la velocidad con el tocino, si bien para eso no hace falta lacerarse los codos frente a un libro de texto; basta con tener maestros mentecatos desde la más tierna infancia.

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