El presidente Rajoy agradeció el pasado miércoles a todos los ciudadanos el enorme esfuerzo que estamos realizando para enderezar el rumbo de nuestro país. Se cumplían dos años desde que el PP logró la confianza mayoritaria de los españoles en las urnas, y no había mejor forma de conmemorarlo que dando las gracias a todos, porque el mayor mérito no corresponde al Gobierno ni a mi partido, sino a los ciudadanos.

Mientras la mejora de la economía no alcance a quienes peor lo están pasando, todo avance es poco, pero no podemos perder de vista la complicadísima situación de la que partíamos. Es innegable que todavía tenemos un escenario muy difícil ante nosotros, pero cada día que pasa la situación se parece menos a la ruina que nos dejó el anterior gobierno socialista. De hecho, hoy no se discute sobre la bajada de las pensiones o el despido de funcionarios, como hace dos años, sino de cuándo se devolverán las pagas extra y cuánto subirán las pensiones. Solo han pasado 24 meses, demasiados para quienes más sufren, pero los ciudadanos comienzan a albergar cierta esperanza sobre una recuperación de la que nuestro Gobierno jamás ha tenido dudas.

Entre todos, y en menos de dos años, evitamos un rescate que habría sido letal para nuestro estado de bienestar; hemos hecho crecer por fin nuestra economía; conseguimos que el paro cayera en el tercer trimestre de este año, por primera vez desde 2005; logramos por fin que las Administraciones Públicas no gasten más de lo que pueden pagar, y saldamos las deudas millonarias con los proveedores.

España se financia hoy al más bajo interés de su historia; los precios se contienen, mejorando nuestra competitividad; crece la producción industrial; exportamos un 50% más que en 2009, y alcanzamos otro récord histórico en la entrada de inversión extranjera. Son logros comunes y trascendentes, mucho más importantes de lo que se aprecia desde la perspectiva emocional del corre corre y el día a día.

Lo preocupante en las Islas es que mientras los canarios de a pie nos sumamos a ese esfuerzo común, nuestro Gobierno regional sigue empeñado en ir por otro lado, poniendo en serio riesgo los efectos positivos de la recuperación económica en el Archipiélago. El no por el no del presidente Rivero a las reformas solo ha conseguido aumentar la exclusión y la pobreza en nuestra tierra, donde el número de hogares con todos sus miembros en paro ha crecido más de un 30% desde que tomó posesión, alcanzando ya a 132.790 familias.

La CEOE tinerfeña lanzaba esta semana un mensaje esperanzador sobre las previsiones de crecimiento económico de Canarias en 2014, pero también advertía que el Gobierno autonómico no está realizando los esfuerzos necesarios en el control del gasto corriente de su Administración, que financia con más deuda pública y reduciendo la inversión productiva.

El Gobierno de Canarias vuelve a cometer el grave error de fiar el futuro equilibrio presupuestario a mayores ingresos derivados de la reactivación económica, olvidando los necesarios esfuerzos de reestructuración administrativa. El pacto de CC y PSOE no solo se niega a reformar una administración autonómica cara e ineficaz, sino que tampoco quiere simplificar la maraña de leyes y normas que obstaculizan cualquier iniciativa privada y ahuyentan la inversión. Y por si no fuera bastante, sigue eludiendo su responsabilidad en liderar una profunda reestructuración de nuestro sistema productivo, cuyo mejor recurso natural no es el sol sino el talento de nuestra gente, por el que es necesario apostar de verdad.

En definitiva, el Gobierno de Canarias no entiende que los posibles brotes verdes de nuestra economía nacional difícilmente crecerán entre los matojos. Parece mentira que un hombre como Rivero, criado en las medianías de nuestra Isla, no sepa que la mala hierba hay que arrancarla cuanto antes y de raíz, si queremos que la cosecha crezca.

*Portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Santa Cruz y vicesecretaria regional del PP de Canarias