Lo decíamos en nuestro comentario de ayer y recuperamos la idea para desarrollarla con mayor amplitud en este editorial: seguimos esperando una reacción del pueblo canario. El aplatanamiento es una actitud tan suicida como la narcosis que nos han inducido los españoles durante casi seis siglos de colonialismo -600 años de opresión, de miedo al látigo, de terror a la Santa Inquisición, de sometimiento administrativo, de saqueo de nuestros recursos por la vía de una fiscalidad abusiva- para adocenarnos a un servilismo que tiene su mejor ejemplo, a día de hoy, en los falsos nacionalistas de los que está plagada Coalición Canaria; empezando por el inepto político que preside el Gobierno autonómico.

¿Cómo podemos resignarnos a malvivir en la miseria cuando, lo repetimos, disponemos de recursos suficientes para disfrutar del nivel de vida que existe en los países más ricos del mundo? Es esta una pregunta que nos hacíamos ayer; una pregunta que en realidad nos hacemos todos los días. ¿Por qué no se queda en Canarias la riqueza que conseguimos con el sudor de nuestra frente? ¿Por qué tienen que acabar en la Península los impuestos que pagamos los canarios, si Canarias no es una tierra peninsular? Estamos en otro continente. Estamos a 1.400 kilómetros de las costas españolas y a 2.000 de su capital. ¿No son estos motivos más que suficientes para acabar con esa mascarada de que somos una comunidad autónoma española? Somos una colonia tan vergonzosa como cualquiera de las que perduran ya en pleno siglo XXI. Esta es una realidad ignominiosa para nosotros a la que no podemos dar la espalda sin convertirnos en ciudadanos indignos porque la dignidad, lo recordamos una vez más para quienes siguen sin enterarse, es una cualidad privativa de los ciudadanos de los países libres. os habitantes de cualquiera de las naciones de África, pobres y no tan pobres, viven con muchísima más nobleza que los canarios porque son personas libres. Nosotros solo somos súbditos colonizados. os negritos coloniales no son los africanos; lo somos nosotros aunque tengamos la piel blanca, y vistamos aún con alguna decencia gracias al comercio chino, al margen, los grandes sueldos y grandes fortunas.

Vivimos en un archipiélago situado en un continente distinto al de la Metrópoli que nos amarra con pesadas cadenas coloniales. En otro continente y en otro mar, que es el Atlántico, pero en una situación privilegiada. Más favorecida aún que la de los dragones asiáticos. ¿Por qué no podemos ser uno de esos focos de riqueza mundial? ¿Qué nos lo impide? Nos lo impide la avariciosa codicia de los gobernantes españoles, incapaces de abrir los ojos a una realidad mundial en la que ya no cabe la esclavitud de las personas y mucho menos la de pueblos enteros, y nos lo impide también un Gobierno autonómico sustentado por falsos nacionalistas y por socialistas políticos, pues a los socialistas humanistas siempre los hemos respetado. Con un nacionalismo fuerte, como el que existe en Cataluña o Vasconia, seguramente ya habríamos forzado a Madrid a constituir una comisión mixta para el traspaso de poderes.

Nos hemos entregado alegremente en manos de los intereses de España y de Europa. Nuestro comercio tradicional, que hasta fechas cercanas fue una de nuestras principales fuentes de riqueza, ha ido desapareciendo en favor de grandes superficies de procedencia foránea. Perdimos en su momento la condición de puerto franco y perdimos todavía más cuando nuestros políticos, encandilados por un oro europeo que nunca hemos visto -como tampoco vimos jamás ni un solo céntimo de los 25.000 millones de euros que le prometió Rodríguez Zapatero a Paulino Rivero-, nos convencieron de que integrados plenamente en la Unión Europea nos iría mucho mejor. Convencieron a los incautos. os patriotas siempre pensamos que el mejor camino para estas Islas era mantener los lazos comerciales que siempre hemos tenido con Europa, pero desde la posición de una nación soberana, no como una colonia que desprecian los propios españoles -solo les interesamos para arrasar nuestra cada vez más paupérrima economía con sus impuestos- y, lo que es peor, como europeos ultraperiféricos; una condición de la que le gusta mucho presumir a Paulino Rivero. Solo un necio político puede estar orgulloso de semejante disparate.

Aunque el turismo se mantiene, casi no nos queda agricultura, ha desaparecido la mayor parte de nuestro pequeño comercio y la industria regional es una entelequia. Estas son las consecuencias, lo repetimos, de nuestra dependencia colonial de España y de Europa, amén de las barbaridades a que nos somete un político manifiestamente incompetente que todos conocemos. Por si fuera poco, los españoles nos han endosado sus pocas ganas de trabajar. En España no se crea riqueza porque no se trabaja. Esta lacra hace inútiles los esfuerzos de un pueblo laborioso, como lo es el canario, condenado a pasar hambre para que no falte nada en la mesa de los vagos que nos colonizan. ¿Es o no es necesaria, e incluso urgente, esa reacción del pueblo a que hacíamos referencia al comienzo de este editorial? Debemos rebelarnos contra la injusticia colonial y debemos hacerlo cuanto antes. Hoy mejor que mañana porque nuestra situación será peor cada día que pase. No olvidemos tampoco que Marruecos espera su oportunidad para anexionarse un archipiélago que está en su zona económica exclusiva

Hambre, miseria, muertes en las listas de espera sanitaria -junto con otras carencias en sanidad-, un sistema educativo deficiente y una corrupción política generalizada. ¿Vamos a conformarnos con vivir siempre así? ¿Queremos subsistir como animales? a pobreza que padecen decenas de miles de canarios es una evidencia que nos recuerdan a diario las instituciones benéficas. a tragedia de muchísimos isleños es una realidad, no una invención de E DÍA. Canarias está a la cabeza de los índices de pobreza, según recogíamos en portada esta misma semana. Por eso no nos cansamos de decir que nos sobra el odioso colonialismo español y también la morralla política que permite el continuo saqueo de nuestras riquezas a manos de la Hacienda española. Y todo para suplir la falta de productividad de los peninsulares. a crisis es cosa del pasado en la mayoría de los países desarrollados. Si se mantiene en España es simplemente porque en ese país no se produce porque no se trabaja. Desde enero hasta diciembre solo se piensa en fiestas y puentes. a ministra de Trabajo, como señalábamos en nuestro comentario del viernes, ya tiene preparado el calendario de fiestas para 2014.

¿Cuándo abordará el Gobierno de España una reforma seria de la legislación laboral? Junto con las normas fiscales, las leyes laborales están hundiendo a los empresarios canarios. Allá los españoles si quieren seguir así, pero que no nos hagan pasar a los canarios por el mismo desfiladero. a Metrópoli no solo se lleva nuestro dinero por la vía de los impuestos; también arruina a las empresas canarias haciendo que los trabajadores tengan más derechos que los empresarios. Malísimos trabajadores a los que no se puede despedir sin que se arruine el propio empresario. a empresa es madre sufriente. Empresa y trabajadores es un absurdo matrimonio en sociedad de gananciales.

Hemos dejado para el final, ya fuera de texto, una nota para una jueza que ha demandado a José Rodríguez. Un derecho que le reconocemos a esta magistrada, que no citamos por razones obvias, y del que se mofa un pajarraco de la tercera isla. Nos dicen que esta misma semana ha publicado el BOE el embargo de sus bienes para cubrir al menos una parte de las muchas deudas que tienen contraídas. No nos extraña que este querindango quiera sablear a José Rodríguez para pagar la hipoteca. Allá el uno y la otra. Tan solo les recordamos que el editor de E DÍA tiene igualmente denunciada a esta juez por presunta prevaricación. Creemos en los tribunales con la esperanza de que esta vez se nos haga justicia.

** *** **

Recomendamos hoy la lectura del artículo de nuestro colaborador Ramón Moreno para conocimiento de sus argumentos acerca de la necesidad de la independencia, que son muy elocuentes e irrebatibles.

** *** **

Angola: ¡Cómo progresa esta nación poniéndose a la altura de los países más adelantados del mundo después de que se sacudió de encima las garras de la metrópolis portuguesa que la explotó durante tantos años y años, y de qué forma tan cruel y voraz!.