Barranco Grande es un barrio de Santa Cruz de Tenerife, del distrito Suroeste, en el que viven más de siete mil chicharreros y chicharreras, situado a diez kilómetros del centro, que limita al norte con los barrios de Tíncer y Taco, al este con Añaza, al oeste con El Sobradillo y al sur con Los Alisios y El Chorrillo. El nombre es el de un barranco que divide al barrio en dos, que nace en la Montaña Birmagen y desemboca en el mar, junto a Añaza, después de recorrer ocho kilómetros. El barrio se divide en cuatro núcleos diferenciados: Barranco Grande, El Draguillo, Las Veredillas y El Rosarito. Tiene dos iglesias dedicadas a San Felipe del Sobradillo y Nuestra Señora de la Merced, los centros educativos colegio de El Draguillo, I.E.S. Las Veredillas y colegio Bethencourt y Molina, un centro de salud, una oficina descentralizada del Ayuntamiento, una oficina del INEM, un centro social, un campo de fútbol, dos canchas deportivas, una farmacia, plazas públicas y parques infantiles. El Molino de Barranco Grande está declarado Bien de Interés Cultural, BIC, en la categoría de Sitio Histórico. El día de Barranco Grande es el 3 de mayo, día de San Felipe, patrón del barrio.

Este barrio surgió en el siglo XIX, como núcleo de población del vecino municipio de El Rosario, pero fue cedido a Santa Cruz en 1972. A partir de esa fecha, se produjo el primer y gran desarrollo en el barrio, con las primeras aceras, el alcantarillado, el alumbrado y el asfaltado de las antiguas calles de tierra, que lo transformó, de núcleo agrícola y ganadero, en barrio dormitorio de la capital, aunque aún conserva algunas pequeñas explotaciones ganaderas de ovejas y cabras. Barranco Grande es el barrio número 60 del programa de visitas a los 81 barrios de Santa Cruz de Tenerife que el comité local del CCN comenzó hace más de un año, con el objetivo de conocer directamente sus problemas y plantear soluciones concretas en nuestro programa electoral para las elecciones de 2015. Los vocales del comité que preside la incansable Hortensia Navarro nos reunimos con la directiva de la Asociación de Vecinos el Molino. Los vecinos se quejan de que desde 1972 no se ha hecho nada más, hasta el punto de envidiar sanamente a Añaza. "Queremos ser tratados como Añaza", nos confiesa sin rubor la presidenta de la asociación, Ana María Concepción. Nos relata que el abandono del barrio es total. "Aún hoy hay calles sin asfaltar y falta limpieza, policía, jardines, parques infantiles y conexiones directas de las guaguas con el hospital", enumera sin parar. Una larga lista de carencias, que la asociación lleva años reclamando sin ningún éxito. "Estamos hartos y a punto de tirar la toalla", se lamentan la presidenta y el secretario. "Nuestro error ha sido no ser más reivindicativos, por respetar la emergencia social que vive el municipio, porque desgraciadamente el Ayuntamiento sólo hace caso a las asociaciones que más protestan", confiesan. Y lo peor es que tienen razón. Los vecinos han hecho bien su trabajo: han elaborado un exhaustivo informe sobre las carencias del barrio y se lo han enviado al concejal de distrito y al alcalde. Los que al parecer no lo han hecho son ellos, porque Barranco Grande se considera en abandono total. Piden cosas razonables, ningún lujo, que ya tienen desde hace tiempo el resto de los barrios de Santa Cruz. Lo que tiene el vecino barrio de Añaza, ni más ni menos.

*Abogado, economista, MBA,

candidato a la Alcaldía de S.C. de

Tenerife en 2015, por el CCN @ignaciogonsan