Tahodio es un pequeño caserío del Macizo de Anaga, perteneciente administrativamente al distrito de Anaga, en el municipio de Santa Cruz de Tenerife. En el caserío viven unas cincuenta familias, que suman cien vecinas y vecinos, junto al barranco de Tahodio, a lo largo del valle del mismo nombre, a unos tres kilómetros del casco urbano de Santa Cruz. En la parte superior del valle, se encuentra la presa conocida como la Charca de Tahodio. La presa comenzó a construirse a finales del siglo XIX y se terminó en 1914, en tiempos del extraordinario y prolífico alcalde Santiago García Sanabria. La capacidad inicial de la presa era 900.000 metros cúbicos, aunque en la actualidad, debido a la acumulación de escombros, es de 400.000 metros cúbicos. Sus aguas se utilizaron durante décadas para regar las antiguas fincas de plátanos de Santa Cruz y para abastecer las fuentes públicas.

La Asociación de Vecinos Taluve, que preside Roberto González, lleva 20 años luchando con el ayuntamiento para mejorar las condiciones de vida de los habitantes del barrio, y aún sigue reivindicando algunos servicios básicos, de los que disfrutan hace tiempo el resto de los residentes en Santa Cruz, como el alcantarillado o el asfaltado del camino. Al no tener alcantarillado, las aguas negras se vierten directamente en el barranco de Tahodio.

Los vecinos llevan años pidiéndole al Cabildo que asfalte el camino que llega hasta la presa. Igualmente, solicitan que se drene la presa y sustituyan las barandillas, ya que las antiguas están deterioradas y muchos turistas cruzan por allí desde el Pico del Inglés. Los vecinos tienen que caminar cada día más de tres kilómetros desde donde les deja la guagua, en el Muelle Norte, porque Titsa se niega subir a Tahodio.

Llevan años pidiendo un teléfono público, sin conseguirlo. Viven atemorizados porque el centenario muro de contención de la presa un día no aguante los 400 mil metros cúbicos de agua y ceda y se derrame sobre sus casas. Exigen que se adopten todas las medidas de seguridad para que no ocurra una desgracia.

Roberto y algunas vecinas nos acompañan hasta la presa. Vamos caminando por una estrecha pista de tierra que no permite el paso de una ambulancia o un camión de bomberos. De vuelta, en la asociación de vecinos, unas vecinas, metidas a improvisadas artistas, realizan todo tipo de manualidades con barro, tejas y una pasta blanca que después colorean y convierten en preciosas y alegres flores. Nos tomamos un café con ellas. Pilar nos pide que colaboremos con una rifa para pagar la pequeña imagen de la Virgen que colocarán en la capilla que están preparando. Lo hacemos.

Roberto nos despide en la calle, por fuera de la asociación, y nos comenta que seguirá luchando por los suyos aunque sabe que no le hacen mucho caso porque son pocos votos. "Cuando un barrio grande pide algo, enseguida lo hacen, pero como en Tahodio somos pocos, no nos hacen el mismo caso", se lamenta.

Tiene razón pero no debería ser así. Todos los vecinos y vecinas son iguales y deberían tener los mismos derechos y disfrutar de unos servicios mínimos básicos, independientemente de su número. Tahodio y otros barrios y pueblos de Anaga y de otros distritos de Santa Cruz merecen el mismo tratamiento que el centro. Lo haremos.

*Abogado, economista, MBA,

candidato a la Alcaldía de SC de Tenerife en 2015, por el CCN

@ignaciogonsan