"De policía a tenor". Así tituló Rubén Amón su comentario sobre un enorme Jorge de León, que intervino en el "Andrea Chénier" de Giordano en el Teatro Real de Madrid hace unos años. Y efectivamente, era policía municipal, pero ahora es un grande al que recuerdo en una audición, en la antigua Peña de Lunes junto a Carmen Acosta, donde Jorge Rubio tocaba algo que se parecía a un piano y ellos, en sus comienzos, trataban de demostrar que había que contar con ellos.

No es la primera vez que escribo sobre él, pero no está de más recordar que es de la tierra, y que realizó sus estudios de canto en el Conservatorio Superior de Música, que tiene en su haber varios premios en concursos de canto, y que ha cantado por todo el país.

Desde entonces su actividad ha sido y es frenética también en Europa, y en el último año, dando el salto al continente asiático. Aunque su agenda ha estado completa los últimos diez años, tuvimos la suerte de contar con él en dos títulos del Festival de Zarzuela, "El dúo de la Africana" y "El huésped del sevillano".

Su voz se está escuchando en los principales coliseos europeos, especialmente en Italia, donde ya es fijo en varias ciudades, incluyendo La Scala, donde cantó una "Aida". Jorge es un tenor spinto, y su tesitura, que no abunda, es muy admirada entre los melómanos. Es habitual en Valencia, su segunda casa, donde ha cantado a las órdenes de Lorin Maazel.

Destaca por sus portentosas facultades. Parece tener un altavoz en la garganta y sus agudos son recibidos por el público con clamor, pues no es frecuente en la lírica encontrar estas voces que llenan los aforos. Por otra parte, es un tipo fuerte, con buena complexión física y presencia escénica, y mucha simpatía personal. Por ese buen carácter distendido y agradable, y porque hasta el momento escaseamos de voces de esta calidad y resonancia, es recibido donde va con entusiasmo.

Ha participado también en el Festival de Ópera de Las Palmas, y un su casa, el Auditorio de Tenerife, será recordado por un gran concierto, "Madama Butterfly" y "Tosca", donde conmovió al público. Un lujo tenerlo con esa agenda tan repleta de eventos para los próximos años. Su repertorio es bastante amplio, y su buen hacer es reclamado por los principales directores de orquesta de la actualidad.

Una de sus principales virtudes es la valentía, no se le ha subido el éxito a la cabeza, y allá donde va, todo el mundo alaba su sencillez, buen carácter y su espléndida sonrisa, que lo hacen ser una persona entrañable.

Defensor de su tierra, pónganle un timple en las manos y se perderá. Le encanta nuestro folklore, una perra de vino y buena compañía. Participó en uno de los Conciertos de Navidad del puerto cantando esa obra de arte compuesta por Braulio dedicada a Tenerife, y su seguridad, su enorme voz y transparencia me conmovieron.

En lo personal mi afecto me pierde, pues he compartido con él momentos entrañables, el bautizo de su primera hija, un fin de año en casa, en el que se puso malísimo porque tiene alergia a los gatos, y la última vez, los cuatro jotas (Jorge Rubio padre e hijo, él y yo) degustando un buen pescado en Las Teresitas. Por cierto que me debe una invitación a comer pescado fresco y los mejores calamares del mundo, los de la Punta.

Dirán que abuso de parabienes, pero nunca he ocultado mi simpatía y afecto hacia los nuestros, porque además de buena gente, aunque ahora el éxito les sonría, no todo ha sido fácil. Llegar a la cumbre en pocos años no lo hace cualquiera, pues la carrera de canto requiere enormes sacrificios personales. Jorge lo ha conseguido a base de lucha, estudio y esfuerzo.

Espero y deseo que el sustituto al frente del Festival de Zarzuela no olvide que él debe ser el siguiente en el reconocimiento de la sociación, tal y como lo recibió Celso este año. Hay muchos más el candelero internacional que lo merecen, pero mientras, espero con ansia esos calamares, y seguir disfrutando de los triunfos de un hombre sencillo y un gran artista.

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