Vivimos en unas Islas que ya no son afortunadas sino desafortunadas por culpa del colonialismo y de un mentecato político. ¿Por qué se empeña Paulino Rivero en continuar en la presidencia cuando tan trágico ha sido su mandato para el bienestar de los canarios? ¿Qué hay detrás de esa querencia por el Poder? ¿Qué intereses se ocultan? ¿A cuenta de qué tanto interés? ¿Se puede seguir jugando con los bienes de los isleños? No se puede admitir que el trabajo de todos nosotros sea administrado por los colonialistas ni por alguien sin altura política, y un "minimísimo" de inteligencia.

Seguimos con las preguntas: ¿por qué Canarias ha de tener amo? ¿Por qué hemos de continuar dependiendo de una Metrópoli situada a mucha distancia de nosotros? Situada nada menos que en otro continente. ¿Por qué hemos de seguir obedeciendo y padeciendo órdenes y leyes dictadas en Madrid, a 2.000 kilómetros de distancia de nuestra tierra? Estamos sojuzgados por la legislación española. De manera especial lo estamos por las leyes laborales obsoletas que imperan en la Península. Eso clama al cielo. Leyes que atacan a las empresas, pese a que son éstas las que generan empleo, y favorecen a los empleados. Con una situación tan absurda como ésta a nadie le puede extrañar el enorme número de parados que hay en España y en Canarias, que hereda todo lo peor de sus "amos" peninsulares como le corresponde por su vil condición colonial. Muchos empleados, la mayoría, son personas dignas, pero también hay gandules que estafan tanto al empresario como a sus compañeros.

No nos cansaremos de decir que esta situación permanecerá igual mientras dependamos de un país invasor. Un país cuyos gobernantes, egoístamente, se niegan a devolvernos la libertad que un día les fue arrebatada a los guanches por la fuerza de las armas. ¿Sabe Europa lo que es Canarias? ¿Conocen las instituciones europeas lo que está sucediendo en estas Islas? La Generalitat de Cataluña ha iniciado una ofensiva diplomática en las principales cancillerías de la UE para que se conozcan los abusos cometidos, tanto ahora mismo como en el pasado, por el Gobierno español con respecto a esa nación ibérica. ¿No deberíamos hacer lo mismo los canarios? ¿No deberíamos hacer oír nuestra voz en Bruselas y también en Nueva York, que es donde está la sede de las Naciones Unidas? ¿Por qué España, y aún Europa, no permiten que los canarios salgamos adelante con nuestro trabajo y nuestro esfuerzo, como lo hemos hecho en todos los países a los que hemos tenido que emigrar? Si hemos prosperado en tierras extrañas, ¿no podemos hacer lo mismo en la nuestra?

Si no fuésemos saqueados continuamente por España nuestra suerte sería muy distinta porque, también eso lo hemos dicho en múltiples ocasiones, tenemos los recursos necesarios y suficientes para vivir como lo hacen los ciudadanos de los países más ricos del planeta. Si malvivimos en la miseria es por voluntad propia, porque nadie nos impide salir a la calle a reclamar, pacíficamente, nuestra independencia. Nadie va a disparar contra el pueblo porque exija un derecho tan elemental como es su libertad. La libertad es un don de Dios al que debe aspirar cualquier ser humano. Si sueña el prisionero con ser libre, ¿por qué no hemos de soñar los canarios con liberarnos de nuestros amos españoles?

Es una vergüenza que nos acomodemos a estar sometidos por un país con un negro pasado colonialista, despótico e inquisidor como lo es España. La historia de los españoles es terrorífica hasta tal punto que nadie en Europa habla de ellos sin un despreciativo temor. Las tropelías cometidas por los mercenarios españoles en el iejo Continente son inenarrables. Mentar al Duque de Alba en Holanda es lo mismo que mentar al diablo. Es el coco de los niños. Pero antes de entrar en Europa a sangre y fuego, sembrando muerte y destrucción, acabando con los habitantes de los países vecinos y robándoles sus bienes, arrasaron los españoles las Islas Canarias. Masacraron a sus habitantes y vendieron a muchos de ellos como esclavos. Concluida su "hazaña" en Canarias, saltaron a América, donde provocaron un enorme holocausto. Un genocidio de indígenas que, al igual que el perpetrado con los nativos canarios, sigue sin ser redimido. ¿Es que no tenemos los canarios derecho a reclamar nuestra propia memoria histórica?

Este Archipiélago estaba habitado por un pueblo sano y pacífico. Un pueblo con sus costumbres, su estructura social y familiar y hasta sus dioses. Un pueblo que vivía sin salvajismos y que sucumbió valerosamente ante unos invasores sedientos de sangre, oro y especias. Toda una civilización sui géneris y una cultura propia que fue arrasada sin piedad en nombre de Castilla a golpe de espada y arcabuz.

¿Cómo es posible que sigan existiendo en Canarias amantes de la españolidad y leales a España? Los cien años de resistencia que opusieron nuestros antepasados frente a sus invasores debe ser el estandarte del orgullo canario para recuperar la libertad. Conseguir la independencia es, como decimos, la aspiración natural de todo pueblo, pero en nuestro caso también es el mejor homenaje que les podemos hacer a nuestros valerosos ancestros. Estamos moralmente obligados a recuperar la posesión de esta tierra.

España, los reyes y gobernantes españoles, se han ocupado de diluirnos como pueblo a lo largo de los casi 600 años que han transcurrido desde la conquista. Si hoy Canarias tiene más de dos millones de habitantes no se debe al crecimiento natural de la población autóctona, sino a la llegada de cientos de miles de personas foráneas, la mayoría peninsulares de la propia España y también europeas. Muchos de esos españoles no han llegado con humildad sino con prepotencia; con ánimo de ridiculizar y someter todavía más a los canarios. No es el caso de los turistas que vienen, disfrutan de nuestro sol y nuestro paisaje, y luego regresan a sus respectivos países. Admitimos a los peninsulares que se han instalado entre nosotros dispuestos a vivir de acuerdo con nuestras normas y nuestra idiosincrasia, pero no a los godos. Para éstos tenemos los contenedores de la basura.

No entendemos ni la pasividad de los propios canarios ante su condición de esclavos coloniales, ni tampoco que no haya intervenido la comunidad internacional para devolverle la libertad a un pueblo oprimido. No se entiende que la ONU y otras organizaciones internacionales, incluida la Unidad Africana, no le hayan dado un ultimátum al Gobierno español para que deje de explotar criminalmente a un pueblo que sigue tan indefenso como sus antepasados, ya que forma parte de la naturaleza canaria el rechazo a la violencia. Basta ya de disfraces autonómicos. Lo que se impone con carácter inmediato es el traspaso de poderes desde la Metrópoli a Canarias. Quienes reclaman una modificación del Estatuto de Autonomía son unos sinvergüenzas políticos. No queremos más estatutos, ni más transferencias, ni más limosnas desde Madrid; queremos la independencia para constituirnos en una nación con su estado. Queremos administrarnos en vez de ser administrados desde una capital europea que en modo alguno puede ser la nuestra porque, lo repetiremos si es preciso hasta desgañitarnos, no somos españoles. No necesitamos más trueques autonómicos. Necesitamos la libertad como pueblo para vivir con identidad propia y, en consecuencia, con dignidad.

Tampoco nos cansamos de repetir que el tiempo corre a favor de Marruecos y en contra nuestra. Es absurdo hablar de aguas canarias o de derechos sobre yacimientos de hidrocarburos porque las aguas que nos rodean, salvo las doce millas de jurisdicción española, no son nuestras; son de Marruecos porque pertenecen a su zona económica exclusiva. ¿También nos van a rebatir esto los leales a España?