Algunos periodistas han demostrado una sobrada predicción por el comentario de sentencias judiciales. Es el caso de Carlos Sosa, director del digital "Canariasahora"; medio virtual que se subtitula en su cabecera como el primero de estas Islas. Sosa tuvo sus quince minutos de fama nacional cuando denunció a José Manuel Soria por el "caso Salmón", que fue archivado debido a que aquello no tenía ni pies, ni cabeza, ni el resto de las escamas que median entre la cola y la cabeza de un simple sargo despistado. ¿Una venganza contra el presidente del PP en Canarias porque éste le había ganado anteriormente un juicio, en el que Sosa fue condenado por calumnias? Naturalmente que no, habida cuenta de que el susodicho es un periodista cabal e imparcial. Lástima que los magistrados muchas veces no hayan entendido ese su, indudablemente, buen hacer informativo.

No lo entendieron, por ejemplo, los jueces del Tribunal Supremo cuando desestimaron un recurso de Sosa -y otros señores- contra una condena de la udiencia Provincial de Las Palmas, que a su vez ratificó en lo esencial una sentencia del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 también de Las Palmas. Fallo en el que se les imponía pagar 9.000 euros a cada uno de los integrantes de un equipo de fútbol cuyo honor fue lesionado por Sosa y los otros reos. unque el Tribunal Supremo redujo esa cantidad a 8.000 euros, multiplicada por el número de todos los integrantes del equipo en cuestión supuso un dineral. Tanto que, según las malas lenguas, obligó al señor Sosa Báez a solicitar un concurso de acreedores ante el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Las Palmas.

No es la primera vez que este periodista recibe una mala noticia tras pasar por los juzgados. la ya citada condena por calumnias contra el hoy ministro de Industria, y a todo el jaleo que se montó con el ordenador en el que se había redactado -o no- la denuncia por el caso Salmón, hay que añadir la que sufrió tras la demanda interpuesta por el presidente de la empresa editora de "Canarias 7" debido a una intromisión ilegítima en su honor. Omito los detalles del caso, pese a ser muy jugosos, por falta de espacio, pero pueden encontrarlos en la edición digital del citado diario. Dos sentencias, posteriormente recurridas tanto por el demandante como por el demandado, condenaron al periodista Sosa al pago de 5.500 y 6.000 euros, respectivamente. Según "Canarias 7", los magistrados consideraron que las expresiones utilizadas por el condenado fueron, además de injuriantes, "de mal gusto".

Se me quedan bastantes cosas en el tintero que deberé contarles otro día porque hoy el folio no da para más. Verbigracia, los detalles de una condena -ya puestos, saquemos todo a la luz- que sufrió en su día un periodista muy admirado por el señor Sosa, sentenciado por publicar que un empresario del Puerto de la Cruz simbolizaba la corrupción en esa ciudad. Y si con el paso del tiempo le cojo gusto, como Sosa Báez, al género de la crónica judicial, a lo mejor también les relato lo que ocurrió entre los bastidores del periodismo vernáculo en el caso de un canario condenado a muerte en Estados Unidos. su tiempo.

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