En este repaso por la lírica hoy toca uno de los nuestros, del que he hablado en muchas ocasiones. Celso Albelo acaba de cantar el papel principal de "Lucia de Lammermoor" en La Coruña, y como siempre con un éxito extraordinario. Después cruzará el globo terráqueo hasta China, a la ciudad de Cantón, para hacer por primera vez el papel de Alfredo en "La Traviata" de Verdi.

La carrera de este tenor está siendo meteórica desde su debut, en 2006, en el papel del Duque de Mantova de "Rigoletto", en la ciudad de Busseto, cuna de Verdi, al lado de nada menos que uno de los grandes maestros, el baritono Leo Nucci. Después ha cantado en prácticamente toda Italia, incluyendo La Scala de Milán, la Arena de Verona o el Festival de las Termas de Caracalla; y además de los principales teatros de nuestro país, ha pisado los escenarios de Londres, Viena, y Berlín, y evidentemente en su casa, donde dio un magnífico recital en octubre del año pasado.

Probablemente se me vea el plumero, pues no puedo ocultar el afecto personal que le tengo tanto a él como a su familia, en particular a su abuela María Imelda, a la que me unió una relación laboral durante cuarenta años. Esta devoción es consecuencia de la dedicación a la lírica durante tantos años, que ha creado sentimientos de cariño, y a llegar a considerarlo como algo suyo.

Haber confiado en los intérpretes de nuestra tierra, y el éxito que ellos están cosechando en sus respectivas carreras, a la altura de los mejores artistas del continente, me hace considerar que uno ha formado parte de su éxito. Que todos ellos se hayan superado y alcanzado grandes triunfos y aplausos siempre es un motivo de satisfacción. Lo que me recuerda aquella frase que se propagó como un reguero de pólvora, dicha por un odioso y desaprensivo personaje que tuvo la osadía de denominarlos "rondalleros". Manifestar despectivamente que tanto la ópera como la zarzuela que se hace en nuestra tierra es con personas que han participado en las rondallas me llegó al alma, pues esas manifestaciones lo único que hacen es despreciar a nuestros artistas, que trabajan tanto o más que los de fuera, que hacen un esfuerzo extra para superar la insularidad, y que están igual de bien preparados que el resto. En casa del herrero cuchara de palo, dice el refrán, pero no digo lo que realmente pienso porque me pondría a su altura.

Sigo con Celso, quien ha sabido elaborar un buen repertorio, cantando a Donizetti, Bellini, Bizet, Rossini o Verdi. Se ha colocado donde debe estar, como tenor lírico ligero, y según pasen los años podrá abordar otros papeles y en otra tesitura. Actualmente está haciendo lo que le gusta y le va, pues tiene una voz hermosa, llena de matices, y canta con seguridad, sobriedad y gusto.

Por si alguno no lo sabe todavía, nació en Santa Cruz de Tenerife y comenzó sus estudios con doña Pilar Castro Palazón, a la que personalmente y con la ATAO hicimos un homenaje en el Círculo de Amistad hace muchos años. Ya en Madrid, en la Escuela Superior de Canto, perfeccionó canto e interpretación, después con el gran Carlo Bergonzi en Italia, aunque antes había trabajado con Tom Krause y Manuel Cid.

Lleva apenas ocho años de carrera y ya ha sido premiado y está colocado en la primera línea de los cantantes españoles y del mundo.

Pero este éxito, además de en su trabajo, está en la humildad y la naturalidad, sin olvidar la devoción a su familia. Por todo esto y por otras muchas cosas, los Amigos de la Zarzuela de Tenerife le van a tributar un merecido homenaje con motivo de la representación de "Bohemios" (Amadeo Vives), dentro de la celebración de los "20 Años de Zarzuela", que se cumplen este mes de octubre en el teatro Guimerá, en el que será el artista invitado.

Espero que la Asociación reciba las ayudas prometidas por los organismos, puesto que de lo que se trata es de no dejar pasar este acontecimiento, y que los aficionados puedan seguir disfrutando de zarzuela en Tenerife un año más.

Gracias, Celso, por tu generosidad. Tienes nuestro afecto.

aguayotenerife@gmail.com