1.- Llevo algún tiempo pensando en algo que me preocupa. Y es en lo cutre que se nos está volviendo el entorno, puede que acentuada la cosa por la crisis brutal que vive Canarias. Se nota en los coches que circulan por las carreteras, mucho más viejos porque el parque de vehículos se renueva menos. Se nota en cómo va vestida la gente, de una forma más changa. Se nota en que el elemento barriada, que antes no se atrevía, está bajando a la ciudad y haciendo de las suyas. Se nota en el aspecto de las doñas en los supermercados. La gente está más agresiva; unos miran el carro de la compra del otro, a ver qué se lleva. Y se hacen comentarios en alta voz, como de envidia insana. Es verdad que la agresividad ha aumentado. Yo lo noto en la forma de conducir, en que ha resurgido el peleón que te fastidia una noche como se le cruce el cable. Yo no he visto, es cierto, más casos como aquel de una señora que mordió a otra en el culo, durante un tumulto en una gran superficie, en la porfía por capturar las últimas latas de aceite muy rebajadas. Ese caso no se ha repetido, pero la gente está muy borde, en general. Y no descarto un replay.

Luego ves las televisiones locales y aparecen muchos tipos changas, sin estilo, sin nada que ofrecer, pobres de ideas, de educación y de formación. Ustedes dirán: es lo que hay; pero nos hemos quedado atrás cuando éramos la elite de toda España en casi todo. Hay una gran dosis de cutrez en nuestro alrededor. No somos una tierra donde impere la calidad, la educación, el respeto y el cuidado por el entorno. No, señor. A lo mejor, puede ser también, es que yo piense todo esto porque me he convertido en un viejo carrucho y gruñón. No lo niego. Pero ahora, con más tiempo para pensar, me fijo en las cosas y, la verdad, lo que veo no me gusta. Si fuera más joven me mandaría a mudar de aquí.

En las islas hemos cuidado poco el medio ambiente. Naturalmente que hay excepciones y que contamos con lugares de excepcional calidad. Pero el habitante de las ínsulas estas tiende a la magada y al changuerío y no me lo van a negar ustedes. Están en su derecho los que quieran rebatirme, incluso con argumentos gruesos. Yo lo aguanto casi todo porque lo mismo que vuelco aquí mis apreciaciones muy personales lo pueden hacer ustedes, de una forma correcta, y yo me haré eco con gusto. Hay mucho mago y mucho changa en nuestro entorno y la cutrez brilla con luz propia alrededor de nosotros. Y es preciso, más pronto que tarde, darle a las islas un barniz para que sigamos siendo aceptados por los 12 millones de turistas que vienen aquí cada año a buscar calidad. Humana, paisajística, etcétera. Pues eso.

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